Tradición y Libertad

En búsqueda de la memoria

Pendiente de publicación por GM

Tradición y Libertad

En la época en la que se desenvolvieron nuestros antepasados, existió una gran tensión entre la Tradición y la Libertad. La tensión había comenzado con la Ilustración, que fue un movimiento cultural e ideológico -en el siglo XVIII- que situó a la razón en el primer plano de la vida humana, intentó romper con las ataduras y dificultades que impedían el libre pensamiento. Su conocido lema, sapereaude“atrévete a saber”, pretendió liberar al hombre. Fue el gran choque entre las creencias y las ideas, siempre son más importantes las creencias que las ideas, mientras tenemos ideas, las creencias nos tienen a nosotros.

El Antiguo Régimen era un sistema político, económico y social descentralizado que estuvo vigente en Europa hasta fines del XVIII y comienzos del XIX. Se caracterizaba en el plano político por mantener el poder del Rey; en el plano social, por reconocer diferentes derechos a distintos grupos, como la nobleza, y en el plano económico, por importantes regulaciones que restringían el libre mercado. En aquel momento histórico, la tierra era el factor productivo básico, eran unas sociedades agrarias

Con la Revolución Francesa 1789 -1799, el mundo cambió, y se abrió una larga lucha entre un mundo que quería nacer y otro que se resistía a morir. Todos los grandes cambios sociales, suelen producirse en medio de grandes excesos, ya que en nombre de los nuevos ideales se producen nuevas situaciones, que generan un nuevo tipo de víctimas. La Revolución se ha presentado siempre como sinónimo de libertad, honradez y fraternidad, ocultando todos sus muchos crímenes, simbolizados en la guillotina y en la guerra, con la que trató de imponer y exportar su utopía sangrienta.

Existe una visión idealizada de la Revolución Francesa. Se olvida que el progreso económico de Francia, retrocedió con la Revolución, y en lo político también retrocedió, frente a Inglaterra. ¿Por qué se produjeron estos hechos?, los de un cambio radical a finales del siglo XVIII, que influyeron de manera decisiva durante dos siglos. Produciendo mucho sufrimiento (injustamente ocultado), al obligar a la liquidación de todo vestigio del régimen feudal; obligando a la Iglesia a situarse en un terreno distinto.

Las cosas se podrían haber hecho de otra manera, como comprobamos en el caso Inglés. La visión historicista de que tenían que ocurrir estos acontecimientos ¡sí o sí! como un parto con dolor, ha justificado enormes males: el genocidio en La Vendeé; los asesinatos tanto de gente llana, como de la nobleza francesa y de numerosos eclesiásticos; terminando por devorar / guillotinar incluso a muchos hijos de la revolución.

Fue una Revolución protagonizada por una parte de la élite, en nombre del Pueblo, pero sin el Pueblo. Fue una revolución más parisina que francesa, donde se entronizó, en exceso, a la Razón. La Ilustración, preparó su caldo de cultivo; fueron decisivas las sociedades de pensamiento, los llamados Club Revolucionarios, donde se discutía y se generalizaba sobre todo lo divino y lo humano. Lo decisivo fue que el pensamiento ilustrado, tomó preminencia en el mundo de la ideas. Apoyado por sectores de la burguesía, así como por muchos aristócratas y eclesiásticos, lo que posibilitó después la Revolución.

Partían de la concepción Ilustrada más idealista, con una confianza ciega, en un futuro próspero de la humanidad ¡eso sí! si se abandonaban todo vestigio de la “oscuridad medieval”; confiaban en el Progreso continuo de la Humanidad; creían firmemente en el avance hacia la Felicidad, gracias a las ciencias, a la educación; Juan Jacobo Rousseau, afirmaba que en el origen, el hombre es pura bondad, y que es la civilización la que le corrompe, por lo que con hacer desaparecer la educación precedente, bastaba, para que saliese todo lo bueno que el hombre lleva dentro.

Propiciaba el Contrato Social, una sociedad mejor, un Mundo Nuevo.

Consiguieron primero la preeminencia cultural, con un éxito notable al imponer el lenguaje de la Revolución. El Mundo Ilustrado se fracturó a favor y en contra de la Revolución, que encontró apoyo, incluso, en una parte de la Iglesia. Como logros podemos preguntarnos, si los Derechos Humanos, la Constitución y la libertad los podemos colocar en su haber. Determinan, de momento de manera incuestionable, que la Voluntad Popular es la clave para el avance de la sociedad, eso suponía una ruptura con todo lo anterior, al abandonar el sentido cristiano del Derecho Natural, y al apartar a Dios del espacio central en la organización social. Se consintió, que elegir un “amo” cada cuatro años, era mejor alternativa, que lo anterior. Se fue demasiado lejos al prohibir: el profesar votos religiosos a los clérigos, con la prohibición de los diezmos, se atacó frontalmente a la Iglesia, se legisló la condición civil del clero, colocándolo al servicio de la Revolución: dividiendo a la Iglesia francesa, entre sacerdotes civilistas y sacerdotes con obediencia a Roma, a los que se persiguió. En el fulgor revolucionario se le achacaba a Dios, que no hubiera hecho Dioses a los hombres.

La primera crítica a la Revolución en Francia, llego desde Inglaterra, de la pluma de Edmund Burke, que auguró lo pernicioso de la extensión del poder del Estado, ya que restringiría fuertemente las libertades individuales, en el medio plazo. En el mundo anglosajón desconfiaron siempre de la posibilidad de implantar en la tierra, una nueva sociedad perfecta, con unos hombres nuevos y benéficos -que las ideas de Rousseau extendieron-. Desde su experiencia, pensaban que amar a un país implicaba no renunciar a las viejas costumbres, siempre apreciaron mantener los tácitos vínculos con las generaciones anteriores, la no necesidad de tener que partir de cero para mejorar la sociedad, y exigieron siempre poner límites a cualquier poder, creyeron en la conveniencia de los contrapesos, cosa hoy, aún si cabe, más necesaria ya que en nuestras sociedades modernas -complejas y tecnológicas- es más fácil ahogar desde el poder, las iniciativas privadas.