Mirando al pasado, entendemos mejor el presente
Gran parte de la historiografía accesible, está impregnada por la visión marxista de la historia, que ahonda en los clichés y en los estereotipos, donde todo lo “progresista” es bueno, y lo llamado “reaccionario”, malo. Recordando los “marcos” como señala el norteamericano George Lakoff, no es correcto utilizar un lenguaje que determina una visión del mundo, muy en sintonía con la ideología dominante, tanto liberal como socialista, marcadas por la preeminencia de la cultura marxista. Desde los hechos analizados, ha pasado mucha agua bajo los puentes, y hoy podemos enjuiciar los hechos, con mayor perspectiva.
Desde una perspectiva conservadora, nos han ayudado a comprender mejor los porqués de las cosas y así hoy comprendemos lo pernicioso que ha sido para la libertad de todos nosotros, el pretender construir un cielo en la tierra. Aceptamos que siempre la realidad es y será imperfecta, y que se puede y se debe ir reformándola, mejorándola, hasta el fin de los tiempos. Es muy importante la defensa del hecho religioso en el espacio público. Hay que luchar por no dejar reducida la práctica religiosa, a la esfera meramente privada, como han pretendido arrinconarla, tanto los viejos como los nuevos sacerdotes del laicismo en Europa, o los fanáticos islamistas, que pretenden mantener en la clandestinidad al cristianismo, en “sus” países, aunque aquí reivindiquen lo contrario. Somos herederos de una rica herencia cultural/religiosa española, y somos muchos los que queremos exteriorizarla, practicando nuestra libertad religiosa, sin pretender molestar a nadie, y sin alardear de nada.
Hoy la defensa de la tradición, es más importante que nunca, ya que existe demasiada tendencia a relegarla. Es difícil mantener una buena opinión de los individuos aisladamente, como decía Burke, pero por el contrario la especie humana, es sabia. El mundo nunca podrá ser perfecto, y los humanos nunca podremos conseguir la felicidad completa en la tierra. Los problemas económicos se entremezclan con los problemas políticos, y los problemas políticos con los problemas éticos, y éstos con los problemas religiosos, existe en la vida una jerarquía de dificultades, así como una jerarquía de valores, que en esta época tantos parecen olvidar. Necesitamos la razón para calibrar el comportamiento humano, ésta en nuestra tradición europea, desde los griegos, los escolásticos, los racionalistas. Confío, que el conocimiento del Carlismo sirva para comprender mejor esos tiempos en los que vivieron, disfrutaron y sufrieron muchos de nuestros antepasados.