Ricardo Guelbenzu Morte
Blog. Institución Futuro 12 enero 2011, Plaza Nueva nº 905, 19 enero 2011
Blog. Institución Futuro 20 enero 2011, Plaza Nueva nº906, 26 enero 2011
El Mercado libre es la solución menos mala -hasta en Cuba están iniciando un masivo proceso de despido de funcionarios (25%)- Se han cerrado miles de empresas, se seguirán cerrando más -tenemos 4,5 millones de parados- y en este escenario no se justifica la “milonga” de apoyar ¡Si o si! a todo el sistema financiero. Porqué tenemos entre todos que salvar sus torpezas, e incluso los actos delictivos de unos pocos. Los gobiernos occidentales con su keynesianismo intervencionista, siguen empeñados en que vivamos por encima de nuestra realidad, por ello necesitan salvar a los financieros para que sigan financiando sus déficit = deudas país. El resultado un panorama desolador: sobre endeudados, con falta de competitividad, y sin crédito bancario, para el resto.
Todas las soluciones propuestas, consisten en socializar las pérdidas de los poderosos. La deuda pública es en última instancia deuda privada ya que habrá que pagarla de una manera u otra. Han comenzado por lo fácil, tocando las pensiones, las condiciones de jubilación, congelando el sueldo a los funcionarios. Deben decirnos la verdad, la banca española está repleta de deudas incobrables, desde que lo dijo Nouriel Roubini -Universidad de New York- lo saben en todo el mundo. El mercado libre funciona bajo la premisa de ¡el que la hace la pague! Por ello no pasa nada si hay que cerrar los bancos quebrados, y que vayan a la cárcel los desalmados, así la ciudadanía se reconciliaría con el sistema. No debería ser tan difícil, en las actuales condiciones, convencer a los ciudadanos de que se puede vivir con menos prestaciones del estado, así al tener menos gastos, necesitaríamos pagar menos impuestos.
Necesitamos reformas estructurales: el Estado Autonómico, deberá tener una menor dimensión, las actuales autonomías están sobre dimensionadas, y así no son viables, hay que recortarlas hasta en un 50%. Tanto la izquierda como la derecha, han practicado una política de aumento continuo de los presupuestos, agrandando la administración hasta unos límites casi orwelianos, convirtiéndose en una pesada carga para los sufridos sostenedores del sistema, sometidos a una alta uniformidad impositiva.
Muchas cuestiones importantes continúan sin abordarse, por no ser políticamente correctas: el fomento de la natalidad, con políticas efectivas de protección a la familia; un mix energético sostenible, donde no es lógico que el 53% de lo que pagamos por la luz vaya a temas de moratorias, impuestos, renovables, etc, ningún ecologista explicó que el No Nuclear, encarecería la electricidad y la pagaríamos entre todos; la reforma laboral, deben desaparecer los convenios generales, así como las subvenciones a sindicatos y patronales; colocar la moralidad en su sitio, abandonando el relativismo y el hedonismo, que nos conducen a un callejón sin salida; la lucha contra la droga, que tantos estragos hace en la juventud hedonista.
Con la Ilustración se subvirtieron la raíces de lo que había sido la cultura cristiana europea, y ese vacío religioso y cultural, lo sustituyeron con las nuevas utopías que pretendían construir un cielo en la tierra. Hoy conocemos bien sus desastrosas materializaciones históricas. Desde los años 60 del XX, se volvió a ridiculizar los valores occidentales sistemáticamente, con acusaciones de haber cometido toda clase de genocidios contra el resto de civilizaciones, de haber sojuzgado a sectores enteros de la población (mujeres, minorías étnicas, homosexuales), buscando que una parte de la población se fuese desmarcando de los valores occidentales. No existe ningún régimen histórico, que aguante bien la comparación, con un ideal abstracto de igualdad o libertad, todas las obras humanas tienen en sus materializaciones claro oscuros. Muchos ciudadanos mantienen una confrontación con la fe de su infancia, y que algunos la extienden al resto de la cultura de sus padres.
Hace ya mucho tiempo que la Europa política se abandono una óptica trascendente, para analizar los problemas de la sociedad. Muchos lo consideran un signo de madurez. No dicen, que hoy, estamos sometidos a una ideología moderna, cuyo único patrón -su nuevo dios, al que pretenden que todos rindamos pleitesía-, es la versión más ramplona y keynesiana del mercado, con él todo lo justifican, como si fuese un nuevo deus ex machina, pero no nos es suficiente para explicar todo lo que nos ocurre
Hoy la cultura laica post cristiana, es un arma muy débil, por ser hedonista y sólo valorar la vida presente, al no creer en la vida después de la muerte. Está incapacitada en gran medida para enfrentarse a riesgos importantes, como al colapso demográfico que se nos avecina, o a la numerosa y creciente inmigración musulmana. Todo apunta a que no podremos mantener nuestra actual manera de vivir, y en este escenario, el relativismo-hedonismo muestra gran debilidad para luchar por la supervivencia. Muchos han abandonado en parte, la enorme tradición europea de lucha por las señas de identidad, hoy muchos no quieran luchar por el futuro, porque están interesados tan sólo en los placeres del presente. Apuestan por la meta corta, frente a la meta a medio y largo plazo, pasando incluso del futuro que les espera a sus hijos. Si se llegase a una confrontación con los valores del Islam, no es imaginable que ante la pujante cultura musulmana sean los valores laicos de los hedonistas, los que nos saquen las castañas del fuego.
“La conquista del poder cultural es previa a la del poder político”
Antonio Gramsci, intelectual comunista italiano.
Vivimos en tiempos convulsos, todo está en cambio, y por ello es más necesario tener un ancla, unos principios “no negociables” que nos permitan adaptarnos ante cualquier situación. Es verdad que todos estamos metidos en la rueda de las debilidades humanas, tropezamos muchas veces, no es ninguna tragedia, la tragedia sería no aceptar, no entender nuestros tropiezos, no aprender de ellos, volviéndonos a levantar y seguir adelante, quizás mas sabios. Yo apuesto por Yahvé, por el Jesús de toda la vida, que nos anima a hacer las cosas que importan al fondo de alma, satisfaciendo así las verdaderas necesidades del ser, frente a las del tener. Teniendo esto presente, podremos vivir mejor en un futuro incierto.
En los pasados años de desarrollismo parte de la derecha sociológica aceptó las ideas de la contracultura de los años 60, apartándose de los conceptos tradicionales en defensa de la propiedad, la religión y la familia. Así se sintieron “modernos”, distanciándose de sus “complejos ancestrales”. Los marxistas desacreditaron sistemáticamente la tradición judeocristiana, presentándola como una imposición del cristianismo, de la autoridad, de la familia, del capitalismo, de la jerarquía, la moralidad, del patriotismo, la lealtad o la continencia sexual. En esos años, lanzo Marcuse, su ¡Haz el amor y no la guerra! para desactivar la posición de los americanos, en Vietnam. Se llegó a criticar a los individuos que crecían en familias tradicionales, al ser presentados como potenciales alevines de futuros fascistas, y de aquellos polvos llegaron los actuales lodos. Se ha tardado en reaccionar, y ver a donde nos han llevado, tales dislates.
Cuando los argumentos aportados desde la tradición y la libertad les son difíciles de refutar, estos sectores contraculturales optan por desacreditar al oponente en lo personal, intentan ridiculizarle y si continua pertinaz en sus posiciones -lo presentan como un ultra- y le llaman fascista ¡con un par!
Hoy prácticamente casi todos los medios de comunicación han aceptado el `mantra progre´, pocos son los que ponen en cuestión la bondad de: la homosexualidad, la infidelidad, el aborto, la promiscuidad exacerbada y en general cualquier conducta contraria a la familia tradicional. Podemos ver como presentan de la manera más guay estos mensajes en los programas testimonios, en las tertulias, en las teleseries, procurando ocultar las graves consecuencias de infelicidad y de dolor, que los acompañan.
Se menosprecia la propiedad privada en beneficio del “interés público”, se apoya la estatalización de la enseñanza, se adoctrina a los jóvenes con los tópicos: exagerando los riesgos del medio ambiente, la lucha contra la opresión capitalista, apuestan por una tolerancia sin límites, por un pacifismo sin condiciones, por el multiculturalismo y el relativismo ético.
Muchas veces -aún en contra de la sensibilidad mayoritaria de la ciudadanía- pueden presumir de incorporar a las leyes positivas, con el apoyo de las llamadas `elites progresistas´, medidas a favor: de un feminismo sesgado, han impuesto medidas injustas de discriminación positiva, han retorcido el lenguaje, han dado un apoyo desmedido a los postulados gays, aplicando así su tantas veces soñada ingeniería social. Continúan atacando a los cristianos por que critican sus medidas, pretenden recluirlos en las iglesias, y así tener el campo más libre, sin ningún argumentario en contra.
Muchos -incluso una parte de la derecha- han acabado aceptado conceptos, como: desarrollo sostenible, equilibrio norte-sur, educación pública, nuevos tipos de familias, estado del bienestar, etc.. pretenden que sean todas ideas dominantes -culturalmente correctas-, para así facilitar más tarde su incorporación al ordenamiento positivo. Es fácil observar como desde ciertos parlamentos autonómicos se van `colando´ muchas de las medidas `más progresistas´, para extenderlas más tarde a los demás, o desde la Madre Patria a los países hermanos americanos.
Intentan disolver los ideales, que apoyados en el orden natural (familia, propiedad privada, moral tradicional, libre comercio), conforman los valores occidentales de las sociedades libres. Para ello no les ha importado abandonar -un elemento crucial que tiene todo hombre para avanzar- la razón, puesto que si nada es bueno ni malo, moral o inmoral, si todo es relativo, el que mantiene postulados firmes lo presentan como un autoritario, así justifican su irracional relativismo. Al abandonar toda referencia a la Transcendencia, al esfuerzo, al mérito, a las metas a largo plazo, son muchos los ciudadanos que de manera irresponsable confían todo, en un estado benefactor -hoy en bancarrota- que le han confiado su hacienda y su futuro, desconocen o no les preocupa conocer, los costes o la viabilidad de los servicios que demandan o disfrutan, han delegado todo el poder en la casta política, preocupada sobre todo en su supervivencia. Su gran fe en el estado del bienestar, hace que parezca sensata a la fe del carbonero.
Todo este desfonde intelectual y moral, está permitiendo que en Europa -la zona más próspera y libre del mundo- florezcan en muchos sectores la irracionalidad, muchas ideas peregrinas o mágicas. Muchos no olvidamos que las herramientas que necesitamos los hombres para avanzar en este complejo mundo, siguen siendo la razón, la moral, la voluntad y la inteligencia para distinguir lo que son verdaderos avances de lo que tan sólo son, nuevas esclavitudes políticamente correctas.