Daniel Celayeta 5 febrero 2017
La UE es muy lenta tomando decisiones, también ha ido desdibujando sus señas de identidad. Como en todo el mundo occidental los partidos de derechas se dedican a resolver los temas económicos, mientras hace seguidismo en la moral y costumbres de los propuestos por la fracasada izquierda que ya no cree en el socialismo, pero que se ha centrado en dar la batalla cultural como un fin en sí mismo: ya que no pueden revolucionar la economía, si que quieren revolucionar la familia, el sexo, el matrimonio. Para muchos estas banderas no son atractivas pero apenas hay espacio para luchar contra lo políticamente correcto. Esto produce un malestar de fondo que anuncia convulsiones.
Los USA utilizaron a la CIA para asegurar el triunfo de la revuelta de los ucranianos más nacionalistas frente a los pro rusos constituidos legalmente en Gobierno. De facto apoyamos un golpe de estado encubierto de populismo, fue una jugada maestra para meternos a todos los europeos en el lío de un enfrentamiento con Rusia que era su objetivo. La respuesta rusa en Crimea, era de esperar y de allí vinieron las sanciones y la dinámica de enfrentamiento.
En el mundo actualmente hay tres grandes superpotencias en el sentido político militar del término: USA, China y Rusia. Rusia es el país más extenso del mundo, cuenta con la mayor cantidad de recursos naturales de los tres, así que su potencialidad sigue siendo enorme. La posible colaboración de la UE con Rusia era lo que más temían los americanos, pues no solo sumarían una gran población, unido al territorio más extenso y con mayores recursos para poder disputarles el liderazgo, por lo que su política se ha centrado en buscar a toda costa la separación. Utilizó lo políticamente correcto de las propuestas de izquierdas para desprestigiar a la Rusia de Putin, por no doblegarse al lobby LGTB, etc..
La UE por la presión de Alemania -poco proclive históricamente a Rusia- adelanto la incorporación de los antiguos países satélites de Rusia, evitó un proceso más sosegado con lo que han aumentado las dificultades de gestión de una Europa con 28 miembros, en tiempos de incertidumbre. Los americanos aprovecharon también la ocasión y ampliaron rápidamente la OTAN a todos los países ex soviéticos, para presionar así más a Rusia, hasta sus mismas fronteras.
Si a todo ello unimos la torpeza europea en la acogida a los refugiados, al no tener prevista alternativas para que se quedasen en otros países árabes, entenderemos lo acelerado de los acontecimientos, pues en los países del Este de Europa se niegan a acogerlos y en los occidentales en gran medida favorecieron la salida inglesa -el Brexit- y el aumento de los populismos de derecha.
Nunca como hasta ahora se había visualizado tanto la debilidad europea. Carecemos de una política exterior común, no tenemos una fuerza militar operativa en correspondencia con nuestra capacidad económica. Hoy ante el fenómeno Trump se visualiza nuestra inoperancia, nuestra pérdida de peso en el ámbito internacional. Lógicamente una UE débil les deja campo libre para hacer otras alianzas. Nosotros les necesitamos más de lo que ellos nos necesitan ahora.
Los americanos para seguir asegurando su supremacía mundial, necesitan que el dólar continúe como moneda de referencia y que se mantenga fuerte. Su más temible adversario es China que cada día es más fuerte. Por ello apuntala su alianza con Corea del Sur y Japón. Por lo que todo apunta a que nos podemos encontrar con que Trump apoye un cambio profundo en la estrategia americana. Aprovechándose de la inoperancia europea, la debilidad del euro, la salida inglesa, intente resolver de alguna manera el tema de Crimea, para posibilitar que los americanos y los rusos juntos puedan contrarrestar la influencia creciente de China. Los europeos seremos un florero decorativo, por mucha manifestación vocinglera contra Trump.