Mas valores menos estado

27 enero 2011

“La conquista del poder cultural es previa a la del poder político”
Gramsci, intelectual comunista italiano.

La Ilustración subvirtió las raíces de la cultura cristiana europea, y ese vacío religioso y cultural, lo ocuparon las nuevas utopías que pretendían construir un cielo en la tierra. Hoy conocemos bien sus sucesivas materializaciones históricas. En los años 60 del XX, se ridiculizó los valores occidentales: acusados de cometer toda clase de genocidios contra el resto de civilizaciones; de haber sojuzgado a sectores enteros de la población (mujeres, minorías étnicas, homosexuales). Buscaron que una parte de la población se desmarcase de los valores occidentales. Desde el marxismo desacreditaron la tradición judeocristiana, presentándola como una imposición de la autoridad, de la familia, de la jerarquía, la moralidad, del patriotismo. En esos años, Marcuse lanzó su ¡Haz el amor y no la guerra! para desactivar la posición de los americanos, en Vietnam. Llegaron a criticar a los que crecían en familias normales, presentándolos como potenciales alevines de futuros fascistas. En los últimos años de desarrollismo, parte de la derecha sociológica qué solo piensa en el dinero, dejó la cultura en manos de la izquierda, apartándose de la defensa de la propiedad, la religión y la familia. Les llamaron “modernos”, se quitaron así sus “complejos ancestrales”.

No existe ningún régimen histórico, que aguante bien la comparación, con un ideal abstracto de igualdad o libertad, toda obra humana tiene en su materialización claro oscuros. Muchos ciudadanos europeos mantienen una confrontación con la fe de su infancia, y algunos la extienden al resto de la cultura de sus padres. Hace ya mucho tiempo que la Europa política abandono una óptica trascendente, para analizar los problemas de la sociedad, muchos lo consideran un signo de madurez. No dicen, que hoy, estamos sometidos a una ideología moderna, cuyo único patrón -su nuevo dios, al que pretenden que todos rindamos pleitesía-, es la versión más ramplona y keynesiana del mercado, con él todo lo justifican, como si fuese un nuevo deus ex machina, pero que no nos explica todo lo que nos ocurre.

El Mercado libre es la solución menos mala a los males que nos aquejan, hasta en Cuba están iniciando un masivo proceso de despido de funcionarios (25%). Se han cerrado miles de empresas, se seguirán cerrando más -tenemos 4,5 millones de parados-. Pero no es difícil justificar que debamos apoyar ¡Si o si! a todo el sistema financiero, nos dicen que si no, no funciona el resto. Pero porqué salvar sus malas prácticas e incluso los actos delictivos, de unos pocos. Los gobiernos occidentales por su keynesianismo intervencionista, siguen empeñados en que vivamos por encima de nuestras posibilidades y realidad actual, de ahí que necesiten salvar a los financieros para que sigan financiando sus déficit = deudas país. El resultado es un panorama desolador: estamos sobre endeudados, con falta de competitividad, y sin crédito bancario, para el resto de actividades.

Las soluciones propuestas, pasan por socializar las pérdidas de los poderosos. La deuda pública es en última instancia deuda privada, ya que habrá que pagarla de una manera u otra. Deben decirnos la verdad, la banca española está repleta de deudas incobrables, desde que lo dijo el profesor Nouriel Roubini de la Universidad de New York, lo saben en todo el mundo. El mercado libre funciona bajo la premisa de ¡el que la hace la paga! No pasa nada si hay que cerrar los bancos quebrados, y que vayan a la cárcel los desalmados, así la ciudadanía se reconciliaría con el sistema. No debería ser tan difícil, en las actuales condiciones, convencer a los ciudadanos de que se puede vivir con menos prestaciones del estado, así al tener menos gastos, necesitaríamos pagar menos impuestos.

Necesitamos reformas estructurales: las autonomías deberán reducirse hasta un 30%. La izquierda como la derecha agrandaron la administración hasta unos límites casi orwelianos, hoy es una pesada carga para los sufridos contribuyentes. Muchas cuestiones por no ser políticamente correctas, siguen sin abordarse: el fomento de la natalidad, con políticas efectivas de protección a la familia; un mix energético sostenible, donde no es lógico que el 53% del coste de la luz vaya a temas de moratorias, impuestos, renovables, etc, ningún ecologista explicó que el No Nuclear, encarecería la electricidad; la reforma laboral, deben desaparecer los convenios generales, así como las subvenciones a sindicatos y patronales; recobrar la moralidad, abandonando tanto el relativismo como el hedonismo; la lucha contra la droga, que tantos estragos hace entre la juventud hedonista.

La cultura laica post cristiana, es un arma muy débil, al valorar sólo la vida presente, por no creer en la vida después de la muerte. Está incapacitada en gran medida para enfrentarse a riesgos importantes, como el colapso demográfico que se nos avecina, o a la numerosa y creciente inmigración musulmana. Será difícil que mantengamos nuestra actual manera de vivir, y en ese escenario, el relativismo-hedonismo muestra gran debilidad para luchar por la supervivencia. Muchos han abandonado en parte, la enorme tradición europea de lucha por las señas de identidad, por sus valores, hoy muchos no quieran luchar por el futuro, porque están interesados tan sólo en los placeres del presente. Apuestan por la meta corta, frente a la meta a medio y largo plazo, pasando incluso del futuro que les espera a sus hijos. Si se llegase a una confrontación con los valores del Islam, no es imaginable que ante la pujante cultura musulmana sean los valores laicos de los hedonistas, los que nos saquen las castañas del fuego.

Desde el temario de la enseñanza, adoctrinan a los jóvenes con sus tópicos: exageran los riesgos del medio ambiente, apuestan por una tolerancia sin límites, por un pacifismo sin condiciones, por el multiculturalismo y el relativismo ético. Para ellos lo cool, es el desarrollo sostenible, el equilibrio norte-sur, la educación pública, los nuevos tipos de familias, pretenden que sean estas ideas dominantes -culturalmente correctas-. Muchas veces -aún en contra de la mayoritaria de la ciudadanía- pueden presumir de incorporar medidas en las leyes positivas, en favor de: la homosexualidad, la infidelidad, el aborto, la promiscuidad exacerbada y en general cualquier conducta contraria a la familia normal. Así observamos como desde ciertos parlamentos autonómicos van `colando´ muchas estas propuestas `progresistas´, extendiéndolas más tarde a los demás, o desde la Madre Patria a los países hermanos americanos.

Para cambiar las conciencias, utilizan una lluvia fina, dibujando de la manera más guay, un feminismo sesgado, injustas medidas de discriminación positiva, no importándoles retorcer el lenguaje, dando un apoyo desmedido a los postulados gays, remando así a favor de su soñada ingeniería social, no hay más que ver los programas testimonios, tertulias y tele series. Eso sí, se guardan en ocultar las graves consecuencias de dolor e infelicidad, que acompañan la implementación de sus propuestas.

Muchos seguimos apostando por el Dios de nuestros padres, por el Jesús de toda la vida, que nos anima a hacer las cosas que importan al fondo de alma, satisfaciendo así las verdaderas necesidades del ser, frente a las del tener. Nos ayuda a encarar mejor el futuro incierto. Atacan a los cristianos por que criticamos sus medidas, y quieren recluirnos en las iglesias, para tener el campo más libre, sin que nadie argumente en contra. Cuando los argumentos desde la tradición y la libertad les son difíciles de refutar, estos sectores contra culturales optan por desacreditar al oponente en lo personal, intentan ridiculizarle y si continua pertinaz en sus posiciones -lo presentan como un ultra- y le llaman fascista ¡con un par!

Intentan disolver los ideales, que apoyados en el orden natural, conforman los valores occidentales de las sociedades libres (familia, propiedad privada, moral tradicional, libre comercio). Para ello no les ha importado abandonar -un elemento crucial que tiene todo hombre para avanzar- la razón, puesto que si nada es bueno ni malo, moral o inmoral, si todo es relativo, necesitan presentar como autoritario al que mantiene posturas firmes. Abandonando toda referencia a la trascendencia, al esfuerzo, al mérito, a las metas a largo plazo, justifican su irracional relativismo. Hacen parecer sensata, la vituperada fe del carbonero.

Desconocen o no les preocupa conocer, los costes o la viabilidad de los servicios que demandan o disfrutan, han delegado todo el poder en una casta política, preocupada sobre todo por su supervivencia. Tienen gran fe en el estado del bienestar -hoy en bancarrota-, lo han convertido en un sustituto de Dios, al que han confiado su hacienda y su futuro.

Todo este desfonde intelectual y moral, está permitiendo que en Europa -la zona más próspera y libre del mundo- florezcan en muchos sectores la irracionalidad y multitud de ideas peregrinas o mágicas. Muchos no olvidamos que las herramientas que necesitamos los hombres para avanzar en este complejo mundo, siguen siendo la razón, la moral, la voluntad acompañada de la inteligencia para distinguir lo que son verdaderos avances de lo que tan sólo son nuevas esclavitudes, eso sí, políticamente correctas.