Más Sociedad Civil

Más Sociedad Civil

Ricardo Guelbenzu Morte

Hay circunstancias en la vida de cada uno de nosotros en que la libertad puede ser más importante que la felicidad, o el sacrificio más importante que la tranquilidad. El secreto de la felicidad es la libertad, y el secreto de la libertad es el coraje como  decía  Pericles ya en el siglo IV antes de Jesucristo.

El miedo de hablar, el miedo de expresar una opinión diferente a la expresada o aceptada por la  mayoría es letal para construir una sociedad libre. El miedo a ser libres, a arriesgarse, a tener coraje hace que irremediablemente imperen los mediocres y muchas veces reine la tergiversación o la mentira. Hoy y siempre, el coraje es y ha sido una mercancía de lujo, una extravagancia, como lo señala Oriana Fallaci en La Fuerza de la Razón.

Las contradicciones entre parte del discurso político oficial, y la realidad es cada vez más clara en la mayoría de las sociedades avanzadas. No son casuales los recientes reveses electorales en los referéndum perdidos por los gobiernos holandés y francés, o la opinión mayoritaria de los ciudadanos europeos, en contra de la ampliación de la UE a Turquía. Ningún político quiere ser portador de malas noticias, la democracia en esencia es un régimen de opinión pública en el que los políticos cada cuatro años piden el voto a los ciudadanos, y por ello muchas veces se dejan postergados determinados temas, se tarda demasiado tiempo en tomar conciencia de las necesarias reconducciones sobre temas de fondo, sobre todo temas de medio y largo plazo, que como son de difícil solución o que implican perdidas de posición o de privilegio, o en suma de poder de determinados estamentos, el resultado es que se posponen una y otra vez, con lo que a la larga se hacen más difíciles las soluciones.

Ejemplos como la paralización económica de Alemania y Francia sin acometer las reformas necesarias. En España llevamos postergando los necesarios cambios en profundidad de las relaciones laborales, de la regulación del derecho de huelga, de la emigración, así como las pensiones, la sanidad o la educación en nuestro país. En España seguimos sin consolidar el modelo de Estado, y sin tener una política internacional consensuada. Estás últimas son las causas de nuestra debilidad en el concierto internacional.

Todas estas cuestiones necesitan de políticas a largo plazo, y para ello hay que plantear batallas por las ideas en el seno de la sociedad, impulsar el debate para lograr el necesario cambio de mentalidad, e intentar más tarde si se puede un consenso amplio en la sociedad.  Los temas de fondo no los debemos abandonar al ámbito exclusivamente político, pensando que los políticos nos saquen las castañas del fuego, lo correcto es que desde asociaciones civiles, desde la propia sociedad civil se planteen los temas importantes de debate, previamente a que se planteen en el plano estrictamente político.

Por ello necesitamos una sociedad civil fuerte, que no es fácil improvisar, sino que requiere un tejido social y un recorrido en el tiempo, todo esto es muy difícil puesto que la sociedad esta en general muy des vertebrada, existen pocos Think Tank, tenemos poco asociacionismo y el que tenemos es débil, podemos comprobar que tanto las patronales como los sindicatos están domesticados por las numerosas variantes, de todo tipo de subvenciones que desde los gobiernos respectivos reciben, por lo que no ejercen un papel clave de sociedad civil, sino que forman parte, del magma del poder.

Día a día, todo tipo de Administraciones cobran cada vez más y más protagonismo en nuestras vidas, en los países desarrollados existe una confrontación entre una concepción más liberal de la sociedad que propugna un estado no demasiado grande y la concepción más social que promueve una mayor intervención del estado en casi todo. Es la pugna entre la competitividad y la solidaridad. Hasta la fecha ha llevado la voz cantante la posición social más intervensionista en gran número de países, pero mantener esa posición en este momento es mucho más difícil  puesto que el sistema hace aguas por el empuje de la globalización, de la mayor competencia, y de la deslocalización de numerosas empresas que hacen cada día más insostenible la posición intervensionista y su viabilidad.

Cuántas veces me acuerdo de lo que decía D. Aurelio Guaita, mi Catedrático de Derecho Administrativo, y que en mis tiempos de estudiante no entendía, y que ahora padecemos “La Administración administrativiza todo lo que toca”, hoy día interviene en casi todos los temas importantes, la sanidad, la educación, la protección, la economía, la previsión, la cultura, la música, etc..

Si miramos a nuestro alrededor vemos como muchos, demasiados empresarios dependen de los fondos que de forma directa o indirecta están controlados por lo políticos de turno, y por ello no se caracterizan este tipo de empresarios por una posición valiente, orientadora, donde ayuden a entender al resto de la sociedad que es lo que hay que hacer, elegir, decidir para el progreso en conjunto de la sociedad. Demasiados empresarios están todavía en al cultura de la subvención, del peloteo, de sacar ventajas por ser amigos de los poderosos de cualquier signo.

Hoy día cada vez somos más los que pensamos que cuanto más libertad económica hay en un país, tanto mayor es el grado de desarrollo humano de sus ciudadanos. El papel del estado es crear las condiciones (económicas, políticas, sociales y de marco legal) para que se favorezca la generación de riqueza por los agentes económicos, es decir por las empresas y con ello ganaremos no sólo en competitividad sino también en libertad.

Necesitamos gobiernos innovadores, basados en el conocimiento, donde en un futuro parte de la política se profesionalice y utópicamente se evaluase por sistemas mas modernos, por los ciudadanos organizados quizás desde fuera de los núcleos clásicos del poder.

La vida discurre en un contexto de Globalización, donde los capitales, la tecnología, la información y los bienes traspasan las fronteras con una rapidez y facilidades no conocidas hasta ahora. Asistimos a una transformación que está modificando el sentido de la política y de la economía del siglo XXI. Ya no existirán en muchos casos productos, ni tecnologías nacionales, ni industrias nacionales, ni economías nacionales, al menos en el sentido conocido hasta hoy. El Papel de los negocios en el mundo moderno es llegar a conseguir que éste sea un lugar mejor para todos.

Hoy pasa a las naciones como a las empresas, que su bien más preciado es la capacidad y destreza de sus ciudadanos – trabajadores, el Capital Intelectual o la Inteligencia Social, es lo que marca la diferencia y lo que tiene un futuro más prometedor, ya que se está demostrando que es cada vez más inútil  intentar poner barreras a la libre circulación de los flujos de conocimientos, a la tecnología y a los propios capitales.

En plena sociedad de las TICs (tecnologías de la información y de la comunicación) el poder político de los Medios de Comunicación cada vez es mas grande, dependemos demasiado de lo que digan las cadenas de televisión que de forma permanente están creando opinión. El Poder Cultural, Educacional, esta generalmente en manos de una concepción de la Sociedad demasiado antigua, que tan poco capaz ha demostrado ser para la creación de riqueza. La derecha empresarial en general se ha centrado en crear riqueza y se ha desentendido del todo de los temas culturales y educacionales, dejando que la preeminencia cultural en general en el mundo desarrollado esté en manos de las visiones estatalistas y subvencionadas de izquierda que aunque no son capaces de crear riqueza sin embargo si que mantienen la supremacía cultural, y así es muy difícil para la derecha sociológica llegar a tener la supremacía ideológica y el enfoque de cómo y por donde avanzar hacia un mundo más justo, no sólo más rico. Entrar en el debate no sólo de generar riqueza, sino de cómo repartir más eficazmente.

Necesitamos conseguir y formar a pensadores globales, innovadores, con grandes aspiraciones, capaces de afrontar riesgos y, al mismo tiempo, flexibles que sepan decir a sus contemporáneos por donde es conveniente avanzar, en que consisten realmente los avances y criticar abiertamente a tanto vendedor de mercancías baratas y demagógicas.

Tenemos que ser conscientes de las diferencias entre las sociedades desarrolladas y las que tienen estados débiles o fracasados del llamado tercer mundo, donde en dichas zonas lo que hay que fortalecer es la construcción del estado, con todas las dificultades de fortalecer instituciones en países en vías de desarrollo sin cultura política democrática tal y como dice acertadamente Francis Fukuyama.

En definitiva tener coraje para hablar sin complejos ni de derechas ni de izquierdas, decir lo que se piensa es imprescindible para crear espacios en la sociedad civil.

Tenemos que avanzar en el camino de hacer un mundo más justo y desarrollado, y para ello hay que trabajar en todos los campos de la economía, del derecho, y del ejercicio del monopolio de la fuerza, de la cultura, de la educación, en definitiva de los valores. Lo que es fundamental es que lo políticos tengan en cuenta las aspiraciones de los ciudadanos europeos, su prosperidad, su seguridad, su modo de vida. Siempre antes y ahora la búsqueda de un mundo mejor es una tarea inspiradora para todos.