Los bandoleros del Castillo de Maya

 Redacción 18 noviembre 2016

En alguna ocasión ya nos hemos referido al episodio de la toma del Castillo de Maya, sus circunstancias históricas y la manipulación reduccionista del nacionalismo sobre este suceso en el que se enfrentaban papistas y antipapistas, franceses contra castellanos, navarros contra navarros y guipuzcoanos contra navarros.
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Ayer, en relación a este suceso histórico, Diario de Navarra publicó un interesante artículo de Jaime Ignacio del Burgo bajo el sugerente título: “¿Héroes o bandoleros?”.
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Para empezar, del Burgo subraya que en el monte Gaztelu del Baztán se alzaba “el pequeño castillo de Mayer”, en las proximidades de la población de “Maya”, y que “tales eran los nombres que figuran en los documentos oficiales desde comienzos del siglo XII”.
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La fortaleza fue conquistada por los franceses en octubre de 1521 y posteriormente, tras la derrota de los franco-agramonteses en Noáin, fue encomendada su defensa a unos doscientos caballeros agramonteses, leales a Enrique II, a la espera de que los franceses volvieran a intentar la toma de Navarra..

Del Burgo señala que “mientras alimentaban la esperanza de recibir ayuda de Francia o de Enrique II, señor del Bearn, los ocupantes de la fortaleza acabaron por convertirse en bandoleros, saqueando a los lugareños. Los baztaneses, hartos de soportar tales desmanes, recurrieron al virrey. Miranda decidió poner fin a la situación. Organizó una expedición militar. La mayoría eran soldados navarros reclutados por el Condestable. También acudieron dinamiteros guipuzcoanos. Llegaron a Maya el 15 de julio de 1522”.
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Naturalmente la descripción que proporciona Del Burgo contrasta mucho con el retrato pintado por los nacionalistas, nunca mejor dicho. Nos imaginamos el susto de algún ganadero baztanés de la época al encontrarse a un tipo armado con un vago parecido a Asirón, robándole las ovejas.

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Por lo demás, del Burgo concluye el relato con el desenlace que todos conocemos. El 16 de julio se inicia el asedio. El 17 bombardea la artillería y comenzó el minado de la fortaleza. El 18 se rechazan varios intentos de tomar el castillo al asalto. El 19 una mina derriba parte de la fortificación y los sitiados se rinden, 48 horas después del primer cañonazo.
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No se sabe exactamente las bajas que hubo, pero del Burgo recuerda que “no consta que ninguno de los miembros de la nobleza agramontesa pereciera”, que muchos, entre ellos dos hermanos de San Francisco Javier, se refugiaron en Fuenterrabía entonces en poder de los franceses, y que “en 1523 se rindieron al emperador, que al año siguiente les concedió una amnistía total”.