Una sociedad fracturada

Relatos pendientes de publicar de GM

Mi padre recordaba que el motivo que le empujó a salir de voluntario en el Requeté, no fue otro que el no poder soportar la hostilidad que existía hacia todo lo religioso, en tiempos de la República ¡Había que oír por la radio las continuas soflamas de la Pasionaria! ¡Contra Navarra y la religiosidad de sus gentes! ese fue su principal motivo.

Amplios sectores de población se vieron agredidos en sus creencias, la derecha mayoritariamente llegó a la conclusión de que si no se reaccionaba, muchas cosas se encontraban en peligro, no sólo su modo de vivir, sino incluso su propia vida. La sociedad, desgraciadamente, estaba fatalmente fracturada, estaba dividida en partes iguales. La Guerra del 36 fue una tragedia española en un contexto previo, al enfrentamiento global de la IIª Guerra Mundial.

En los primeros días, nadie era consciente de lo que se les venía encima. Fueron actores improvisados como otros miles de voluntarios, jóvenes idealistas que salieron a luchar y muchos no volvieron, porque no querían resignarse a vivir en una de sociedad, que atropellaba su idea de España, que era muy básica, querían que se respetase la religión católica y vivir donde se garantizase un cierto orden en la vida ordinaria. Otros muchos españoles en aquél tiempo, pensaban justamente lo contrario, para ellos la religión y la propiedad privada, eran los principales obstáculos que encontraban para la consecución de sus utopías sociales. Pensaban que para el alumbramiento de una sociedad nueva, sin clases, deberían eliminar todo vestigio religioso y a los propios capitalistas, como clase.

La realidad es que en 1936, la España Republicana mostraba unas grandes deficiencias, que no resistían una comparación imparcial con otras democracias occidentales, incluso Santiago Carrillo, en el Prólogo para la reedición de Tres años de lucha, en el 50 aniversario del PCE, reconoció en 1969: “Fue la Iglesia quién dio a la sublevación fascista la base de masas de la que carecían….La Iglesia movilizó a importantes masas campesinas, aparte de las llamadas clases medias e incluso una minoría de obreros. La Iglesia, dando a la contienda el carácter de cruzada en defensa de la religión, hizo más por Franco y por los sublevados de lo que éstos han hecho después por ella…La contradicción democracia Iglesia….. agravada por la respuesta anticlerical de republicanos, anarquistas y –en gran medida- socialistas, no pudo ser superada….ni nosotros mismos, calibramos entonces en toda su dimensión, lo que significaba en cuanto aporte de masas –y de fanatismo combatiente- a los sublevados la posición de la Iglesia, teniendo tendencia a confundir el carácter popular de nuestra causa con la noción de que todo el pueblo estaba con la República. Y que enfrente de nosotros se encontraba, aislada, una minoría de privilegiados sostenida por los cuadros del Ejército y la intervención extranjera. Cierto, nuestra causa era la del pueblo; pero una parte significativa de éste no lo comprendía así. Por eso en 1956 propusimos la política de reconciliación nacional”.

Una vez estallado el conflicto, con la guerra abierta, en el comportamiento de los dos bandos hubo de todo. En los frentes luchaban a muerte dos concepciones de España, que se enfrentaron la mayoría de las veces con gran heroísmo y valentía. No he oído hablar mal a ningún excombatiente de sus enemigos, de los que realmente como ellos se estaban jugando la vida, pasando los miedos y las penalidades que conlleva toda vivencia en primera línea de fuego.

Nada que ver con los que se quedaron en la retaguardia, eso sí que fue ¡harina de otro costal Que en los dos bandos hubo actuaciones abominables, guiadas unas veces por las envidias, otras por las venganzas, o por historias antiguas de luchas por el riego o por los linderos de las fincas, en los pueblos. En otros muchos casos fue simplemente, que a unos por ir a misa, y a otros por haber estado afiliados a algún sindicato, constituyó motivo suficiente para que les llevaran a la muerte.