Resumen del nuevo Decreto Foral de Salud Sexual y Reproductiva

 30 noviembre 2016

Para empezar el resumen, acaso sorprendiéndoles, podría decirse que el Decreto de Salud Sexual y Reproductiva contiene algunos aspectos que podrían considerarse positivos. En teoría. Y si no hubiera una clara contradicción entre la teoría y la práctica.

Aborto y educación “afectivo sexual”
De este modo, en la exposición de motivos, aparece como uno de los objetivos del decreto prevenir los embarazos no deseados y los abortos. El problema es que se aprecia mucho mejor cómo se va a facilitar la práctica del aborto que cómo se van a prevenir los embarazos indeseados y los abortos. Ante el despliegue obsesivo de medios públicos para garantizar el aborto, en realidad da la impresión de que realmente no se esperan grandes avances en la prevención del aborto. De hecho, el número de abortos crece y crece pese a la “educación afectivo sexual y reproductiva” que los poderes públicos gubernamentales vienen manejando, o acaso no pese a ella sino a causa de ella. Y es que esta educación sexual se parece un poco a facilitar y promover el uso de las armas, tratando de compensar la proliferación de accidentes con el uso de chalecos antibala, en vez de limitando la venta de armas, el tipo de armas, la edad de acceso o la responsabilidad en el uso de las armas.

“…una educación afectivo sexual y reproductiva adecuada, y la disponibilidad de programas y servicios de salud sexual y reproductiva es el modo más efectivo de promover modelos de relaciones éticas y saludables entre las personas y de prevenir, especialmente en personas jóvenes, las infecciones de transmisión sexual, los embarazos no deseados y los abortos”.
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El registro de objetores (la lista negra)
Positivo podrían considerarse también el reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia, que no parezca que nuestro maravilloso gobierno fuerza y violenta la conciencia del personal sanitario. Es problema es que tras este reconocimiento, que habría que señalar como positivo, se reafirma la existencia de un registro de objetores que viene a pervertirlo por completo. A nadie se le escapa que apuntarse a un registro de objetores es inscribirse en la lista negra del gobierno. Por otra parte, lo que hace falta en todo caso es un registro de médicos dispuestos a realizar abortos. No es la gente que no es fontanera la que pone un anuncio en las páginas amarillas para que no se le llame cuando se rompe una cañería, sino a la inversa.

“Entre otras prestaciones la presente norma asegura el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, que habrá de realizarse preferentemente con medios propios y con todas las garantías establecidas en la Ley Orgánica 2/2010 citada, sin olvidar el pleno respeto a la intimidad y confidencialidad de las mujeres, así como a la objeción de conciencia de los y las profesionales sanitarios directamente implicados, que deberán estar inscritos en el registro establecido por la Ley Foral 16/2010, de 8 de noviembre, por la que se crea el registro de profesionales en relación con la interrupción voluntaria del embarazo. Mediante la Orden Foral 116/2011, de 3 de octubre, de la Consejera de Salud, se creó el fichero informático denominado “Registro de Profesionales Sanitarios Objetores de conciencia en relación con la interrupción voluntaria del embarazo”.
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Tratamientos de reproducción para lesbianas y madres solas
El decreto foral prevé la inclusión en la Cartera de Servicios Complementaria de la Comunidad Foral de los “tratamientos de fertilidad y reproducción” para “mujeres que convivan en pareja del mismo sexo o sin pareja masculina”, obviamente no sólo para ellas. Los tratamientos de reproducción asistida incluirán la inseminación artificial, la fecundación in vitro, la criopreservación de “preembriones” y su transferencia, así como la criopreservación de gametos o de “preembriones”. Obviamente el término “preembrión” implica una valoración falsa y nada inocente, que nos llevaría a hablar de “preembarazadas” o de “prehumanos”. Si deshumanizamos aquello que congelamos, liquidamos o utilizamos como un objeto sin valor, nos ahorramos un montón de problemas morales y éticos.
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La transexualidad
La atención a la transexualidad, al objeto de satisfacer los derechos reconocidos por la Ley Foral 12/2009, de 19 de noviembre, incluirá servicios como el tratamiento médico y quirúrgico integral relativo a la transexualidad, incluidas las terapias hormonales, cirugías plásticas sobre mamas, torso o cirugías de reasignación sexual, la fotodepilación del vello facial y los tratamientos que tiendan a la modulación del tono y timbre de la voz, proporcionados en el momento oportuno, así como la atención psicológica en relación “a su estado de salud y a sus deseos de cambio en la manifestación morfológica acorde con el sexo sentido como propio. Esa atención en ningún caso podrá incluir terapias de aversión o cualquier otro procedimiento que suponga un intento de anulación de la personalidad de la persona transexual”.
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La ideología de género, que el Decreto abraza completamente y sin reservas, establece que el sexo importante no es el biológico sino el “sentido” por el sujeto. La reducción al absurdo de este argumento podría llevar a que si se encontrara un cadáver en un bosque no se pudiera determinar el género, al no poder resucitar la persona muerta a declarar su sexo sentido. O a tener que poner a los recién nacidos dos nombres, uno de niña y otro de niño, llamándoles alternativamente por uno y otro hasta que el niñ@ tuviera edad y madurez “de sobra” para elegir por sí mismo su sexo. Es decir, a los 3 ó 4 años. Juzgue cada cual si con esto resolveríamos un problema al 0,1% de la población o se lo crearíamos al 99,9%.
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Por otra parte, por más cirugías y terapias hormonales que se le apliquen a alguien, biológicamente no podemos convertir a los hombres en mujeres y a las mujeres en hombres. Siempre habrá una discrepancia entre el sexo biológico real y el “sentido”. Paradójicamente, tratar de resolver la discrepancia mediante el tratamiento psicológico es políticamente incorrecto, aunque tratar de resolverla mediante hormonas y operaciones es imposible. En todo caso es de temer que haya personas en las que siempre subsista una discrepancia entre lo que son y lo que se sienten, lo que nos lleva al siguiente punto.
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Malos tratos, homofobia y transfobia
Otro de los fines declarados del decreto es “prevenir la violencia de género en todas sus manifestaciones y en especial las diferentes manifestaciones de la violencia sexual: agresión sexual, abuso sexual, acoso sexual, trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual y mutilación genital”. Curioso, no se menciona la prostitución como tal. También se pretende conseguir “el reconocimiento y la aceptación de la diversidad e identidad sexual autopercibida y prevenir la homofobia y la transfobia”.
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Hay un elemento de consenso entre todas las personas normales y civilizadas que es el respeto. Las personas deben ser respetadas. Alguien que agreda o insulte a un homosexual o un transexual es un miserable y seguramente todos estamos de acuerdo en ello, no digamos cuando encima nos enfrentamos al caso de niños que presentan problemas en relación a su identidad o su sexualidad. El respeto es fundamental porque, con ideología de género o sin ella, lo cierto es que hay personas que tienen un problema objetivo con su sexualidad. Hay que aceptar que quizá ni siquiera exista una solución perfecta para personas en determinadas situaciones y que nadie, tampoco la ideología de género, se la puede proporcionar. Estas personas, por consiguiente, merecen respeto, quizá en ración extra, precisamente porque tienen problemas.
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Dicho esto, la ideología de género establece una serie de premisas y soluciones como indiscutibles, cuando ni las unas ni las otras lo son. Cualquiera que discuta esas premisas o esas soluciones se convierte en un homófobo, un transfobo, un fascista y un heteropatriarca. Llegados a ese punto podemos empezar a hablar de una auténtica tiranía de la ideología de género.
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El problema es que la ideología de género no ha solucionado con sus formulaciones ninguno de los problemas que venía a erradicar. Hemos dejado de hablar de violencia doméstica, o de crímenes pasionales, o simplemente de crímenes, para hablar de “violencia machista”. ¿Ha servido eso para reducir el número de mujeres maltratadas y asesinadas? Evidentemente no. De hecho, da la impresión de que sucede todo lo contrario. La trivialización de la sexualidad, la cosificación de la pareja, la exaltación del hedonismo egoísta no ha servido, oh sorpresa, para aumentar el respeto y el trato de calidad al otro. Más bien las cifras indican todo lo contrario, un buen motivo para preguntarnos si estamos avanzando en el sentido correcto.
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La ideología de género en los colegios
Por último, el decreto foral no olvida hacer referencia al papel que al cumplimiento de sus objetivos le corresponde al ámbito educativo, por lo que encomienda a los Departamentos de Educación y de Salud “el desarrollo colaborativo de programas escolares orientados a la coeducación, la educación en valores y la educación afectivo-sexual, para promover una vida sexual y afectiva sana, positiva, libre y responsable para evitar actitudes desajustadas, machistas y discriminatorias”. Dicho así no hay quien se oponga, pero la concreción efectiva de tan hermosas palabras es ideología de género en vena en el colegio desde pequeños.