Renacer después de la crisis

Una aportación para reconocernos europeos

Ricardo  Guelbenzu Morte, mayo 2010

 

Europa está en dificultades, como se puso de manifiesto en la pasada reunión de Copenhague. Hemos perdido peso político, hemos sido irrelevantes, por nuestra escasa unidad y a causa de la crisis económica, combatida con políticas que implican más gasto, más impuestos, más deuda pública, que no están demostrando la eficacia esperada.

Sufrimos, una parálisis económica agravada por que los europeos trabajamos y producimos menos que otros occidentales, por ejemplo, los norteamericanos. Razón por la cual tardaremos más tiempo en salir de la crisis. Expertos alertan del exceso de gasto público y de la falta de productividad del sector privado. España ha alcanzado un déficit del 11,4 % del Producto interior Bruto (PIB), es decir que en 2009, nos hemos gastado 110.000 millones de € más de lo que hemos ingresado, en el 2010 se espera que sean otros 80.000 millones € más. De seguir así, pronto alcanzaremos los 500.000 millones € de deuda pública, sólo en intereses tendremos que pagar los contribuyentes, 25.000 millones € anuales, o sea, 4,2 billones de las antiguas pesetas, y a largo plazo por supuesto devolver el principal.

Las Comunidades Autónomas con un gasto anual de 182.488 millones €, junto con otros 80.500 millones € del gasto de los Ayuntamientos, suman 263.000 millones de € en 2010, a lo que habrá que sumar otros 60.000 millones €, para financiar el funcionamiento de las instituciones centrales (Casa Real, Gobierno, Ministerios, tribunales, infraestructuras, cuerpos de seguridad), mas otros gastos comunes como intereses deuda pública, aportación a la Unión Europea, pensiones, desempleo. Ante esta situación, es necesario que todas las administraciones del Estado, gasten menos, ahorren mas, ajusten sus gastos a sus ingresos, como lo hacemos los ciudadanos con nuestras rentas familiares.

Una comparación nos dice que en España los presupuestos de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos acaparan el 68% del gasto total, y el Estado central el 32% restante, cuando en la mayoría de los Estados Federales o descentralizados, suele ser el 70% para el Estado Central y el 30% para los gobiernos locales. (Roberto Centeno, Catedrático de Economía, Escuela de Minas de UPM.)

En Europa tenemos, una fuerte crisis demográfica: los europeos no tenemos hijos suficientes para garantizar el relevo generacional, y garantizar el sistema de pensiones. La solución parece encontrarse en fomentar la natalidad, como han hecho ya algunos países europeos, y no centrarse en garantizar con dinero público los 115.000 abortos voluntarios de 2008. La imprescindible inmigración suple este déficit de personas, pero también genera desajustes de todo tipo, por sus múltiples culturas, y las dificultades de algunos para adaptarse a la nuestra.

Tenemos también una crisis institucional, que afecta tanto a las Instituciones Comunitarias, como a los gobiernos nacionales, a las comunidades autónomas y ayuntamientos. Gran parte de las instituciones de muchos países europeos, se encuentran deslegitimadas ante sus ciudadanos, por causa de una clase política caracterizada por su mediocridad cívica e intelectual, empeñada en una política de continua gresca y desencuentro. Los casos de corrupción que afectan a todos los partidos, complican más el escenario, al perder autoridad moral, ante los ciudadanos.

Una profunda, crisis social, enmascarada por subvenciones públicas que desmotivan el esfuerzo. Un fuerte deterioro, año tras año, de la educación. Muchas veces con un mal enfoque, ya que en humanidades todavía se mantiene, la idea marxista, de que la lucha de clases ha sido el motor de la historia, y no la lucha por la libertad. Nuestras sociedades, desde el mayo del 68, están muy influenciadas por un hedonismo que rehúye del esfuerzo y del mérito. Para complicar más las cosas, parte de nuestros jóvenes consumen habitualmente un exceso de alcohol, así como todo tipo de drogas.

España tiene 73 universidades, 40% más que Alemania, con la mitad de población (tres de ellas en Navarra). Ninguna entre las cien mejores universidades del mundo. Cada año salen 180.000 nuevos titulados, muy poco adaptados para el mercado libre laboral. Suelen desconocer el inglés como idioma de comunicación universal. Veremos que da Bolonia de sí. Los esfuerzos en potenciar la formación profesional acorde con las necesidades de la producción no alcanzan las necesidades reales.

Sufrimos una crisis estratégica, que hace que Europa deambule por el mundo sin objetivos claros, sin cohesión, ni ambición de grupo. Con una actitud mitad egoísta y mitad temerosa: somos un gigante económico y un enano político, pues los europeos tenemos dificultades en articular posiciones estratégicas que impliquen sacrificios. No nos es fácil lograr la unidad para luchar por nuestra libertad. Lo vivimos en los Balcanes, y ahora el Mayor inglés Eric Joyce, recién dimitido en Afganistán: ha dicho que Gran Bretaña, lucha; Alemania, paga; Francia, calcula; e Italia, evita; y, en nuestra opinión, España sigue emboscada por un buenismo pacifista, tan negativo.

En resumen, tenemos una crisis de confianza en nuestros propios valores. Hemos relegado el esfuerzo y la austeridad; muchos olvidan nuestra tradición cristiana y aborrecen de la familia heterosexual; pasan del respeto a la vida, de la autoridad de padres y maestros, y ridiculizan toda educación exigente. El resultado es que los europeos somos cada vez más egoístas, más hedonistas y relativistas. Muchos sólo piensan en trabajar poco y jubilarse pronto.

Un síntoma más del deterioro son los más de 4.000 expedientes anuales de agresiones de hijos a sus padres, del pasado 2008 en España según el Informe de la Fiscalía General del estado.

Después de la crisis económica….

Cuando la crisis económica se supere, las otras crisis seguirán, y sólo se solucionarán si practicamos los valores que definen a nuestra civilización. La civilización occidental nunca puede darse por supuesta. Lo que nos hace falta es contar con la valentía necesaria para fortalecer nuestros valores, para oponerlos a esos otros contravalores: hedonismo, materialismo, relativismo ético, sexualidad como objeto, el particularismo, el independentismo.

Occidente, es el resultado de la fusión de la cultura greco-latina, junto a la tradición judeo-cristiana, con la aportación de la ilustración y de la modernidad, todos han sido inspiradores de unos valores -libertad, igualdad, tolerancia, democracia, Estado de Derecho, distinción del bien del mal y perseguir el bien común- de los que nos sentimos muy orgullosos.

Estos valores son los principios inspiradores tanto de nuestras instituciones como de las normas de convivencia. Está bien respetar la diversidad, pero ello no nos obliga a cambiar –instituciones y normas- para que en ellas se integren los recién llegados. Nuestro sistema funciona si todos lo respetamos, en la vida personal y colectiva. Necesitamos fortalecer nuestra cultura occidental y cristiana para dialogar ante el multiculturalismo, el indigenismo y la solidaridad con otros pueblos. Es muy inconveniente la introducción en el seno de nuestras sociedades, sin debate previo, de grupos que intentan arrogarse derechos exclusivos, que no aceptan nuestro sistema, ni respetan la igualdad ante la ley. Los occidentales tenemos una gran debilidad, ya que respetamos a todas las diferentes civilizaciones y prácticas religiosas, y a la vez un sector importante de los nuestros, cuestiona, tanto a personas como a los valores humanistas cristianos, que son esenciales para entender y defender occidente.

Necesitamos un gran esfuerzo colectivo para solventar la crisis económica. Pero no debemos olvidar que no es la única. Esta no se resolverá bien, si no vamos abordando a la vez las otras crisis. Debemos prepararnos para salir fortalecidos de todas las crisis, y no solo de la económica.

PREGÓN nº 36 mayo 2010