Joaquín Baleztena
El Fuero ha sido elaborado por la tradición y responde al sentimiento natural de Navarra. Contempla las necesidades sociales, refleja convicciones profundamente sentidas y tiene un carácter consuetudinario consustancial con la propia naturaleza del viejo reino.
En realidad los Fueros vienen de la tradición que cristaliza en formas de organizarse la sociedad y que se acaban constituyendo normas de funcionamiento. Por eso nuestros Fueros han ido enriqueciéndose a lo largo de la historia de Navarra, donde la tradición recibida de nuestros antepasados se convierte en modos de vida que cada generación mejora y transmite. Renunciar a nuestros Fueros sería renunciar a nuestra identidad forjada a través de generaciones. No mejorarlos y trasmitirlos sería privar de esta riqueza a las venideras.
El pueblo vascón fue romanizado y cristianizado. Sobre este pueblo se asientan nuestras creencias, cultura, tradición y con ello la base de nuestra forma de ser plasmada también en los Fueros. Vascones romanizados y cristianizados asientan la posibilidad posterior de un reino regido por nuestras propias normas y leyes.
Los vascones con sus costumbres, una vez asumido el cristianismo forman la argamasa donde se asentará la monarquía navarra (inicialmente Reino de Pamplona), que ofrece desde el principio características singulares. Los navarros, fervientes amantes de su libertad, resisten a los visigodos, a los francos y los musulmanes, y a veces pactan con unos y con otros según las circunstancias. Es un pueblo acostumbrado a luchar y pactar para conservar sus tradiciones.
Ante la posible pérdida de su esencia cristiana hay un momento en que tienen que decidirse a tomar partido, y se lanzan de nuevo pactando, esta vez con el resto de reinos cristianos e hispanos, a la conquista de las tierras del sur, ocupadas por el Islam.
En los monasterios aprendieron los navarros lo que era el rey, es decir, el gobierno de uno para representar y guiar a todos.
Es el final de la tribu para entrar en el reino, pero no en torno a un rey intocable y déspota, sino un rey jefe que jura los Fueros y los mantiene intactos, que no puede hacer guerra por sí solo, que la tierra conquistada la reparte entre él y los que le ayudan a conquistarla, preceptos que habrán en definitiva de consagrarse en el Fuero con carácter permanente.
En el concepto del Fuero al entender navarro no prevalece la idea de un privilegio otorgado a capricho del que manda, sino resultado de un pacto, que es el que inspiró la relación de los navarros con sus reyes, e implica garantía frente a posibles abusos del poder.
Así se establece el pacto: Para ser coronado el rey jura previamente guardar la tradición, leyes y costumbres del pueblo, es decir, los Fueros, y a cambio el pueblo le asegura su fidelidad.
Por eso el Fuero ha sido elaborado por la tradición y responde al sentimiento natural de Navarra. Contempla las necesidades sociales, refleja convicciones profundamente sentidas y tiene un carácter de pacto consustancial con la propia naturaleza del reino.
Además del pacto Rey – Pueblo se suma otro pacto fundamental en 1515. Los navarros exigían a sus reyes privativos el juramento de guardar y mejorar los fueros. Tras la conquista por Castilla en 1512, también supimos llegar de nuevo a un pacto sancionado en las cortes de Burgos de 1515, por el que quedaba claro que la incorporación a la corona de Castilla, lo hicieron ambos reinos «por vía de unión eqüeprincipal, reteniendo cada uno su naturaleza antigua, así en leyes como en territorio y gobierno». Es decir, era un acuerdo por el que Navarra seguía siendo «Reino de por sí» con sus instituciones y leyes propios. Esto se aseguraba mediante los Fueros. No hablamos de una concesión que pueda darse o quitarse sino de un acuerdo de igual a igual. Por eso los navarros también exigían a los monarcas de España el juramento de guardar y mejorar los Fueros.
Navarra siguió siendo «Reino de por sí» hasta la ley de 1839 tras la derrota carlista, que abrió el camino a la llamada Ley Paccionada de 1841 que sancionó el pacto para adaptar el Fuero a la constitucionalidad liberal imperante. Navarra pasó así de reino a provincia Foral. La renovación del pacto era: Navarra renunciaba a la condición de Reino a cambio de conservar sus Fueros y con ellos una amplia autonomía administrativa, con sus peculiaridades y sus propias instituciones, y mostrando una vez más que el Fuero no era un simple Estatuto otorgado por el legislador sino previo a él.
ASPECTO JURÍDICO
En 1238, tras llegar al trono Teobaldo I, ante el cambio de dinastía, los infanzones navarros quisieron dejar claro todo lo anterior, y se redactó en romance navarro el Fuero General de Navarra o Fuero Antiguo, que limitaba las atribuciones del rey en el reino de Navarra y que garantizaba derechos que ese pacto Pueblo – Rey quedará escrito. Este Fuero general tuvo al menos dos amejoramientos en 1330, con Felipe III de Navarra y 1418 con Carlos III.
Tras la ley de confirmación de fueros de 1839, en 1841 se aprobó la Ley Paccionada que permitió conservar el Fuero, a diferencia de lo que ocurrió en las provincias vascongadas.
En 1973 se hizo una actualización que llevaba años pendiente y se escribió el Fuero Nuevo de Navarra
Posteriormente tras la llegada de la democracia y la nueva organización territorial de España, en 1982 entró en vigor la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra, también conocida como Amejoramiento del Fuero o LORAFNA, que actualmente supone la norma institucional básica de la Comunidad Foral de Navarra.
ASPECTO ECONÓMICO:
Se rige mediante el Convenio Económico (distinto del Concierto vasco), en el que básicamente se establece que Navarra recauda sus impuestos y decide en qué los invierte. El Convenio no se negocia. Lo que se negocia es la Aportación (distinto del Cupo vasco) que Navarra da al Gobierno de España en dos conceptos: los “gastos generales” que el Gobierno de España gasta en Navarra (infraestructuras del Estado, Defensa, etc.) y una cantidad extra que contribuye a la solidaridad con el resto de las regiones de España. Por eso el Convenio no es insolidario ni un privilegio, sino una responsabilidad propia que además es solidaria con todo el resto de España.
No obstante es importante subrayar que el concepto de Fuero en Navarra es anterior a cualquiera de estas leyes escritas y que el Convenio es solo una parte del mismo. Es mucho más que una ley o que un Convenio.
La forma que tenemos los navarros de ser españoles es mediante los Fueros, y si estos desaparecen puede resquebrajarse esta fuerte y sentida manera de pertenencia a España.