Daniel Celayeta 19 febrero 2017
Toda la progresía se mete con él porque todavía no han asimilado la derrota de Hillary, dejó KO a periodistas, medios y Wall Street. Se empleo a fondo, alejándose de la actitud modosa y acomplejada de sus colegas republicanos. Trump se lanzó a la yugular de sus adversarios, sin importarle si eran los Clinton o conocidos empresarios, banqueros o periodistas. Haciendo y diciendo lo incorrecto consiguió ganarse la confianza de su electorado: utilizo ataques directos, con lenguaje vulgar y sin pelos en la lengua, siempre a la ofensiva.
Al margen de lo establecido actuó sin complejos desmarcándose de los republicanos más timoratos. Puso el énfasis en el individuo, en el ciudadano normal alejándose de lo “políticamente correcto” que infecta América la “de las 37 categorías de orientación sexual que permite Facebook”, él “planteo la defensa de sus fronteras” y “propuso la defensa de los oriundos y asimilados sobre los ilegales”, llamó sus enemigos “por su nombre”, con ello no sólo descoloco a los demócratas -cada vez más rabiosos y desesperados- sino que puso en jaque a muchos republicanos, carentes de ideas, flojos en la pelea por estar muy acomodados a lo establecido.
La reacción a lo ocurrido en USA desde España es incomprensible por el unánime rechazo del personaje. Lógico en la izquierda e incomprensible en la inmensa mayoría de los más mediáticos y conocidos periodistas teóricamente de centroderecha. Desde el minuto uno se solidarizaron con sus sectarios colegas norteamericanos, siguiendo el principio de que “perro no come carne de perro”, hicieron una lamentable defensa corporativa de la profesión de periodista, sin analizar lo injustificado de la mayoría de sus colegas transatlánticos
Denuncian a Trump por priorizar lo que él entiende como los intereses de America. ¿Porqué anteponer los intereses del país de uno lo ven tan deplorable?, cuando es la primera obligación de cualquier presidente de cualquier país. La información desde el minuto uno es sesgada, al maximizar las mini manifestaciones anti Trump y minimizar la manifestación provida mucho más numerosa.
Nadie le ha dado el plazo de 100 días de cortesía. Trump no ha disfrutado ni de 100 segundos. La rabia les impide a los periodistas ver la realidad, no deberían extrañarse que Trump les llame “enemigos del pueblo” por Twitter, ni que en sus primeros días de mandato presidencial intente cumplir con su programa, que es lo que se debería exigir a cualquier gobernante.
Cuando Trump apela al patriotismo norteamericano rápidamente lo descalifican. Aquí estamos demasiado acostumbrados a que solo sean patriotas de manera excluyentes los independentistas que tienen una forma jibarizada y excluyente del patriotismo común. ¿Cómo que no se puede ser patriota? Porque hay que avergonzarse de ser un enamorado de España, que estés dispuesto a realizar sacrificios en su defensa, luchar por la nación que te ha visto nacer o que te acoge. Sino somos patriotas, qué deberíamos celebrar ¿el del día del orgullo gay?, o ¿la defensa de los simios? Nos hemos acostumbrado a oír la monserga de que el nacionalismo es el peor de todos los males, que hemos olvidado que sin patriotismo borramos todos los vínculos con nuestra tierra, con nuestra gente, con nuestra familia, con el Estado que protege al acervo cultural común.
Nuestros progres tachan a Trump de simplista y populista, dicen que no podrá cumplir sus promesas electorales. Trump ha prometido un cheque escolar de 12.000 dólares para que los padres elijan colegio. Quiere potenciar el inglés, cosa que parece normal, pues potenciar -como han hechos los demócratas- la separación por grupos raciales, lingüísticos y culturales a largo plazo debilita cualquier colectivo, no es difícil entender que el inglés es el mejor instrumento para acabar con los guetos de las minorías y poder ofrecer un futuro mejor para todos por igual. Los republicanos espoleados por Trump han parado la financiación pública obligatoria a los centros abortistas.
Aquí se cuestiona la defensa de nuestras fronteras, tampoco defendemos lo español (salvo la mercantilista Marca España) tampoco sabemos quiénes son nuestros enemigos ni cómo tratarles y posiblemente ni sepamos ya qué significa ser español. Sólo de manera bobalicona soñamos que sea Europa -paraíso mítico- desde donde solucionemos el problema que tenemos en España y no sabemos resolver.
Hoy la situación europea es de extrema debilidad, los europeos hemos perdido peso en un mundo globalizado donde todos estamos sometidos a los designios de los más grandes, de los más fuertes, de los más ricos, o de los que producen más barato que nosotros. No nos cuentan que la reciente encuesta de Instituto Chatham House el 55% de los europeos están de acuerdo con Trump respecto a poner pegas a la entrada de inmigración musulmana.
A pesar de los exabruptos y exageraciones del personaje, con perspectiva tendremos que agradecerle a Trump que esté rompiendo con la deriva decadente de los mantras de la izquierda. El problema de nuestros políticos y periodistas de centro derecha es que llevan mucho tiempo sin defender sus teóricos postulados. Desde hace mucho tiempo llevan asumiendo muchas de las tesis culturales de la izquierda, aceptando la mayoría de las reglas de juego, ajenas. ¡Así nos va al resto!