Las cifras insisten

Las cifras insisten: la inmigración no es la solución

Existe la idea perfectamente equivocada de que la inmigración constituye la respuesta a la incapacidad colectiva de este país para traer el número suficiente de hijos al mundo. Es decir la cifra necesaria para asegurar su viabilidad económica, al tiempo que esto hace sostenible a nuestro sistema público de pensiones. Es una convicción profundamente equivocada como muestran las cifras del Instituto Nacional de Estadística.

En un escenario de baja inmigración la población española en el año 2050 sería de 43,9 millones de habitantes, ligeramente inferior a la actual de 44,2 millones. Algo más de un tercio de esta población tendría más de 64 años, serían jubilados reales o potenciales, mientras que la gente en edad de trabajar se situaría en algo más de la mitad, el 54%.

En estas condiciones el país no sería factible. Habría un número demasiado reducido de personas activas en relación al total, que dado la proporción de inactivos sería prácticamente de 1:1, contando claro está los menores de 16 años. Para situar una referencia la cifra de activos en la actualidad bordea el 70%.

Está claro por consiguiente que España entraría antes de aquella fecha en una situación de colapso y empobrecimiento. Tanto es así, que en un reciente estudio sobre las perspectivas mundiales del importante grupo financiero Société General, concluye que la renta por persona en España el 2050 será un 27% inferior a la del año 2005. De hecho este país es el que presenta la peor perspectiva de Europa.

Pero si nos atenemos al escenario de alta inmigración con una población total en el 2050 de 53,2 millones de personas, es decir prácticamente diez más que en el escenario de baja inmigración (y esto significa nada menos que casi un 25% más población), las cifras no varían de manera suficiente.

Habría un 31% de población mayor de 64 años, en lugar del 33% del escenario de baja inmigración, y un poco más de activos, un 56%, es decir una magnitud que a duras penas superaría la mitad de los habitantes. Por consiguiente el peso que recaería sobre la gente en edad de trabajar para sostener al resto continuaría siendo excesivo.

Las cifras siempre son áridas pero tienen la virtud de reflejar con menos distorsiones la realidad. En este caso la realidad es solo una. La inmigración –al margen de otras consideraciones que también existen- no es suficiente.

El problema decisivo para el futuro de España, donde se juega su ser o no ser, no es ETA, o la disgregación. Eso son en todo caso riesgos, pero hoy por hoy la liquidación asegurada viene de la mano de la insuficiente natalidad, que convierte a este país en uno de los más inviables de Europa, para no decir el que más.

Solo con una recuperación importante del número de nacimientos que nos aproxime a la tasa de reemplazo de 2,1 hijos por mujer podemos encontrar solución. Ese es el poder a largo plazo de Estados Unidos, que disfruta ya hoy de aquella cifra de nacimientos, o de Francia con 2,0 hijos por mujer, o Irlanda con 1,78. Y esa es nuestra gran debilidad: solo 1,28 hijos por mujer.

Mientras tanto, los abortos oficiales (la realidad es peor) significan ya uno de cada cinco nacimientos, y subiendo. Porque, hay que subrayarlo España es de los pocos de occidente, junto con Holanda donde el aborto crece. La nuestra es una extraña política de estado.

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Forum Libertas, 28 de diciembre de 2007