Caminamos hacia un escenario de Mas Europa y Menos España, socialdemócratas y conservadores europeos apuestan por reducir competencias a los estados nación. En este escenario ¿quién querrá Más Euskadi? sólo los independentistas radicales, que perderán fuerza al consolidarse la integración europea. Necesitamos reforzar señas de identidad concéntricas, para poder avanzar e integrar, a los no irreductibles. Quién no está orgulloso de su pueblo, de su región, de su nación, de ser europeo, de ser ciudadano del mundo. Es inviable la alternativa de mayor regionalización de Europa, al no apoyarla las grandes potencias europeas, porque dificultaría la gobernabilidad.
Deberíamos fortalecer una identidad cultural, un modelo de convivencia, donde quepamos la mayoría de los navarros, de los españoles, de los europeos. La defensa del statu quo de Navarra es una Cuestión de Estado, no negociable, aceptada por todos los no nacionalistas sin fisuras. Hay que cerrar las esperanzas a los que todavía quieren aprovecharse del terrorismo, para resolver lo que ellos llaman “conflicto”.
Conseguir una Navarra dentro de España definida por al Amejoramiento, no ha sido tarea fácil. El acceso democrático al Gobierno Foral de los partidos españoles, ha impedido en buena medida, el avance de los independentistas vascos, que quieren la destrucción del Viejo Reino. No olvidamos el efecto perverso del terrorismo etarra, que todavía hoy, amedrenta a parte de la ciudadanía.
En el terreno ideológico, en Navarra las posiciones de centro izquierda son mayoritarias, cosa que empezó a gestarse en los años setenta. La paradoja navarra resulta de la dificultad de entender como conociendo el profundo conservadurismo de la sociedad y su gran apego a las tradiciones, apenas tenga reflejo en lo político, ya que políticamente está escorada a la izquierda. Las causas son varias, en cómo se rompió con la tradición familiar, en muchos casos por una mala lectura del Vaticano Segundo, por el prestigio del marxismo en aquellos años, por el Mayo del 68, por la lucha antifranquista, por la transformación del Partido Carlista.
Muerto Franco con la Transición, España evolucionó hacia la Democracia. Aquello se vivió de manera esperanzada, apenas existía un discurso distinto entre el franquismo y el marxismo, y se tuvo que improvisar. Secuelas de aquella época, fue la aceptación de la versión de los perdedores de la guerra civil, que se presentaron como defensores de la democracia, con la descalificación de los alzados contra la República. Se paso de la versión franquista a la interpretación izquierdista de la República, sin más. La izquierda utiliza este discurso contra una derecha, que sigue acobardada. Su versión edulcorada aparentemente les favorece, pero realmente perjudica a todos, por ocultar la verdad de los hechos, imposibilitando sacar unas conclusiones reconciliadoras.
Para recobrar la confianza en la Democracia, hay que recuperar la moral pública y privada de nuestros representantes. Cambiar las cosas, significa abordar temas importantes, a nuestros políticos les interesa mucho más lo inmediato. Al margen del crecimiento económico y la reducción del paro. Que hacemos con los independentistas catalanes, cómo ayudar a las familias, cómo garantizar las pensiones, cómo aumentar la tasa de natalidad, el problema de la droga, estudiar la eficacia en el gasto educativo y sanitario, el problema yihadista, etc.