Impuestos. Presión y Esfurerzo Fiscal

A menudo, para argumentar que es posible mantener el gasto público, se alude a que la presión fiscal española es más baja que la media europea, y que igualándola habría dinero de sobra para mantener el estado del bienestar

La teoría es sencilla y la izquierda la esgrime permanentemente cuando defiende subidas de impuestos. La presión fiscal española (el PIB/recaudación) es alrededor del 32,5%, bastantes puntos menos que la alemana (40%) o la de los países nórdicos (alrededor del 45%). Si nuestro PIB ronda el billón de euros y la presión fiscal se igualara a la alemana, la recaudación se incrementaría en unos 75.000 millones de euros, con los que se podría pagar de sobra el estado del bienestar sin necesidad de acometer recorte alguno. Lo que ocurre es que la realidad no es tan sencilla como propone este esquema.

Que algo falla con este planteamiento resulta evidente si observamos la evolución de la presión fiscal española en los últimos años. En 2007, con unos impuestos mucho más bajos, teníamos una presión fiscal de 38, mientras que en 2011, después de unas subidas de impuestos salvajes, tenemos una presión fiscal de 32,5. ¿Cómo es posible que baje la presión fiscal si se han subido los impuestos?

El problema es que el discurso progresista sobre la presión fiscal y los impuestos tiene varias trampas, de las cuales vamos a revelar las 4 principales.

1-Cosas que no computan en el PIB pero hacen bajar la recaudación

Decíamos que la presión fiscal es la ratio entre el PIB y la recaudación. El PIB viene a ser la suma del valor de todos los bienes y servicios finales producidos al año por el país. Pero, por ejemplo, si uno vende una casa de segunda mano eso no computa en el PIB, aunque la compraventa de una casa usada genera una gran cantidad de impuestos. Si se produce un crash inmobiliario y se colapsa la venta de viviendas usadas, como ha sucedido durante la crisis, eso no afecta al PIB pero hace que se desplome la recaudación fiscal. De este modo la presión fiscal baja aunque no se hayan bajado en absoluto los impuestos o incluso hayan subido y los contribuyentes sufran extraordinariamente para pagarlos.

2-¿Seguro que el PIB es el PIB real?

Otro elemento a tener en cuenta es si las cuentas del PIB se encuentran maquilladas. Es decir, si el PIB que miden las estadísticas oficiales es el PIB real o está maquillado. Si la recaudación se desploma pero se maquilla la cifra del PIB, habrá un descenso aparente de la presión fiscal que no será real porque tampoco lo será la cifra del PIB. En los últimos años se han multiplicado las sospechas sobre las cifras oficiales del PIB español porque el descenso del PIB durante la crisis ha sido mucho menor que el de los beneficios empresariales, el consumo de electricidad y carburante, el aumento del paro, el desplome de la recaudación o el descenso de la actividad en los distintos sectores económicos. Obviamente si el PIB hubiera descendido mucho más de lo reconocido también nos encontraríamos con que la presión fiscal (PIB/recaudación) no habría caído, e incluso podría haber subido.

3-Presión fiscal frente a esfuerzo fiscal

Conviene recordar otro concepto al que también nos hemos referido en otras ocasiones que es el de esfuerzo fiscal. No se puede hablar alegremente de presión fiscal sin tener en cuenta al mismo tiempo el llamado esfuerzo fiscal. Un español tiene un salario medio de unos 25.000 euros, el de un danés es de unos 50.000 euros. Podemos poner a ambos un impuesto del 50% sobre su salario con lo que la presión fiscal de los dos sería la misma, pero el esfuerzo fiscal del español sería mucho mayor porque su salario es la mitad que el del danés. A uno le quedarían 12.500 euros en el bolsillo y al otro 25.000. Es por ello que no se puede hablar alegremente de subir nuestra presión fiscal a la par de la de los daneses sin tener en cuenta antes los salarios. Paradójicamente resulta curioso que la izquierda pretenda subir a los españoles la presión fiscal para igualarla a la media europea cuando eso significa poner los mismos impuestos a los ricos que a los pobres, lo que en principio es un planteamiento muy poco de progreso.

4-Más impuestos, menos crecimiento

La liberación fiscal de los españoles (el día del año en que dejan de trabajar para el estado) se produce en torno al 3 de julio, por lo que el conjunto de lo que pagamos al estado es equivalente a lo que se paga en países mucho más ricos que nosotros. La diferencia, como veíamos, es que a nosotros nos queda después de pagar los impuestos mucho menos dinero que a ellos para llegar a fin de mes. El estado sueco puede ofrecer mejores servicios que el español porque la tarta sueca, de la que el estado se lleva la mitad, es mucho más grande que la tarta española. La mitad de 100 es el doble que la mitad de 50, por lo que para ser como los suecos no basta con poner impuestos como los suecos, sino que hace falta conseguir que la tarta española sea tan grande como la tarta sueca. A veces la izquierda española parece confundir los efectos con las causas, por lo que piensa que con impuestos suecos se tendrían en España servicios suecos, que es un poco como creer que uno se hace rico cuando se compra un Ferrari, sin ser capaz de entender que uno se compra un Ferrari cuando se hace rico. Suecia tiene un estado del bienestar muy fuerte, pero para financiarlo tiene un sector privado más fuerte todavía. Sólo así puede financiarlo. Sólo así la tarta sueca puede ser el doble de grande. Por lo demás, cuando uno sube mucho los impuestos, especialmente cuando no es muy rico, lo que pasa es que se gripa el motor, se estrangula la economía, a la gente le queda menos dinero en el bolsillo, se consume menos, las empresas empiezan a perder dinero, aumenta el paro… y encima, con todo eso, cae la recaudación.