José Basaburua.
ARBIL, Nº 38, octubre de 2.000
¿Es posible, hoy en día, entender las “razones” últimas del terrorismo desatado, de nuevo, por ETA? En el artículo se intenta proporcionar algunas claves que permitan afrontar, con perspectiva crítica, este lamentable fenómeno.
Introducción.
La organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna, patria vasca y libertad) ha desarrollado a lo largo del pasado verano una ofensiva, que continúa, cuyo coste humano y moral está siendo gravísimo. Muchos han sido los debates que ha generado esta nueva oleada terrorista, como muchas, también, las reacciones de todo tipo, previsibles en su mayor parte.
No se trata, en esta ocasión, de un artículo de investigación histórica, sino de una reflexión sobre este fenómeno residual en la Europa occidental del año 2000, que constituye uno de los más graves problemas de la España de nuestros días, en un intento de proporcionar algunas claves, en ocasiones olvidadas o dadas por supuestas, que subyacen en esta anomalía histórica.
Para ello debemos de partir de una premisa: ETA es la cabeza y motor del conjunto del llamado “Movimiento Nacional de Liberación Vasco” (MNLV en lo sucesivo), al que dirige y controla.
Claves.
ETA nace y se desarrolla, inicialmente, en el seno del nacionalismo vasco liderado, históricamente, por el PNV, que pese a su condición de “socio fundador”, ha sido expulsado el día 10 de octubre de la Internacional Demócrata Cristiana. Esta es su marca fundamental, que unifica y da consistencia a la actual “cosmovisión” abertzale radical: la ideología nacionalista. Por ello, pese a las enormes discrepancias programáticas existentes, los dirigentes del PNV y EA han podido afirmar que respecto a ETA y su entorno: “compartimos los fines, no los medios”.
Conforme evoluciona y se separa del partido-madre, ETA absorbe nuevas tendencias ideológicas y sociales presentes en el panorama del momento: progresismo pseudo-católico, marxismo en sus diversas interpretaciones (leninismo, maoísmo, troskismo), internacionalismo, anticolonialismo, etc. El marxismo se impone a lo largo de esta evolución y de forma progresiva, como herramienta de trabajo y de interpretación de la realidad, con sus consecuencias dialécticas y estratégicas. De forma paralela, la discusión sobre la “cuestión nacional” se solapa con el alcance y objetivos de la “lucha armada” (la praxis terrorista). Así, vasca ya no es aquella persona de raza vasca y que habla euskera, tal como lo concibieron Sabino Arana y los primeros ideólogos del nacionalismo vasco. Ahora, lo será “el que trabaja y es explotado en Euskadi”. Esa confluencia marxismo – nacionalismo, dará lugar en ETA a diversas “asambleas” y organizaciones, persistiendo de todas ellas la actual ETA Militar, salvo los residuos anecdóticos de las antiguas LCR y MCE (Zutik en el País Vasco, Batzarre en Navarra, Liberazión en Aragón y otras comunidades, etc.).
La historia de ETA es la historia del triunfo, en toda confrontación interna, de los radicales sobre los moderados, de los nacionalistas sobre las tendencias “internacionalistas”, de los partidarios de la “lucha armada” sobre los partidarios de la “vía política”. Los cambios nominales sufridos por HB y otras organizaciones del entorno (Jarrai, etc.) son el resultado de esa dialéctica interna del conjunto del MNLV.
ETA, ya en sus inicios, constituyó varios frentes de acción: obrero, cultural, político y militar. En sus orígenes, pues, despliega una voluntad y estrategia totalizadora que pretende abrazar la “lucha por la liberación nacional” (la independencia) desde todas las ópticas vitales posibles. Por ello, el actual MNLV, complejo de asociaciones de todo tipo, legales o ilegales, de carácter administrativo diverso, ya estaba diseñado en sus orígenes, siendo el actual entramado organizativo un perfeccionamiento rectificado de la estrategia originaria.
Los liderazgos caen, las tácticas se modifican, la organización se perfecciona, pero la ideología nacionalista y revolucionaria persiste como elemento unificador y referente último. El liderazgo en ETA está configurado, desde hace ya muchos años, de forma colegiada. Ello permite que la “caída” de un dirigente no afecte a toda la organización y, además, implica un autocontrol en los comportamientos y toma de decisiones que previene “desviaciones”. Tales características definen toda la organización: compartimentos estancos estructurados de forma piramidal. Ello facilita la rígida transmisión de instrucciones y consignas, pero dificulta por completo el debate interno. La eliminación actual de la antigua división entre “comandos legales” e “ilegales”, es fruto de la “regeneración” humana de la banda, que precisa que los nuevos “militantes” sean dirigidos y adiestrados por veteranos.
Ha absorbido, cuando no neutralizado, todas las “modas culturales” que han surgido en las últimas décadas: contestación, ecologismo, liberación sexual y “antipatriarcal”, liberación de la mujer, crítica simbólica y antropológica –en clave política- de la religión, movimiento “okupa”, rock radical. Esa capacidad de adaptación no sólo no le ha aislado, sino que le ha permitido una constante renovación y recomposición de cuadros y la ampliación de su base de apoyo, especialmente, en los medios juveniles, pese a los “golpes” policiales sufridos; al contrario que un GRAPO, cuyas bases sociales eran mínimas. Con todo ello, vasco, hoy día, es “quien lucha por el proyecto de construcción nacional de Euskalherria”.
ETA planificó la llamada “tregua” como el medio para obtener la autodeterminación a cambio de paz. Encontró, enfrentada, una voluntad política decidida en el PP, con la que no contaba. Así, el Partido Popular contrapuso a la anterior estrategia de ETA, en la nueva situación, paz a cambio de presos, con movimientos muy prudentes en lo que se refiere al “acercamiento de presos” y conversaciones. Por ello, evidente ya el fracaso táctico, ETA reanudó su actividad terrorista, habiendo aprovechado esa tregua para recomponer la organización. Con la actual ofensiva pretende, ante todo, ahondar en la fractura existente entre nacionalistas y no nacionalistas, rompiendo con ello el mito de la “unidad de los demócratas”. Ello supondrá, a corto plazo, que buena parte de los “avances” políticos alcanzados por el “brazo electoral” del MNLV (“acuerdo” nacionalista de Lizarra, Udalbiltza, recuperación electoral de HB reconvertida en Euskal Herritarrok) se perderán.
ETA nunca se ha sentado en el Gobierno de Vitoria pero, sin embargo, hoy día lidera al conjunto del nacionalismo vasco, tras seguir audaces tácticas en las que han combinado todos los instrumentos a su alcance: terrorismo, apoyos institucionales concretos al PNV, aprovechamiento de la “legalidad española” en la medida de sus intereses, etc. La autodenominada “Asamblea de Municipios Vascos”, Udalbiltza, fraccionada en dos hoy día, era el resultado más visible de ese liderazgo, al imponer una estrategia rupturista (boicot al censo, carnet de identidad “vasco”, etc.) al conjunto del nacionalismo vasco: la llamada vía “soberanista”, cuyo objetivo es conseguir la independencia a corto plazo.
El MNLV siempre ha sido, pese a su apariencia asamblearia, un partido “leninista”, de “centralismo democrático”. HASI en los años de la transición política española, posteriormente KAS, EKIN en la actualidad, han constituido el comisariado político de ETA para controlar el conjunto del movimiento. Ello no quiere decir que, en algunos casos, no se hayan producido disidencias, incluso pérdida de control sobre sectores concretos (Elkarri, por ejemplo). La primacía de la “dirección” terrorista (militar, en su jerga) sobre el conjunto del movimiento es un dogma fundamental en la estrategia y cosmovisión actual del MNLV.
Desde sus inicios, se ha producido un progresivo distanciamiento respecto de todo lo que significa la Iglesia católica. Apenas hay católicos en el MNLV. Al contrario, una fuerte crítica a la Iglesia católica, desarrollada de forma “eficaz”, calificada en algunos de sus medios como “religión extranjera”, ha llevado, en la búsqueda de unos supuestos orígenes propios, a una reinvención del presunto paganismo originario de los ancestros, concibiendo discutibles prácticas medievales como residuos del mismo anegados por la Inquisición y los agentes de la Iglesia “romana”.
ETA y el MNLV en su conjunto, ya no puede reconocerse en su padre: el PNV. El racismo étnico del PNV dio lugar a un racismo ideológico, tal como veíamos en el apartado 6. Por el contrario, el PNV no parece haber asumido todavía esta evidente circunstancia histórica que implica, además, en la práctica, su progresiva pérdida de protagonismo. La actual coyuntura política pudiera facilitar esa toma de conciencia por parte del PNV, pero salvo algunas voces aisladas en su interior, no parece se rectifique el compromiso adquirido con la “vía soberanista”. Es más, la ambigüedad de la que ha hecho gala la dirección jeltzale ha facilitado, en buena medida, que el relevo en el liderazgo del conjunto del nacionalismo se esté produciendo en beneficio del MNLV, gracias también a la estrategia de acoso practicada hacia el PNV y del “cuanto peor, mejor”.
Conclusiones.
ETA no ha renunciado ni a la independencia ni al predominio en el conjunto del nacionalismo vasco, lo que está a punto –lo segundo- de obtener tras muchos años de “pulso”. Por ello y dados los presupuestos ideológicos, estratégicos y organizativos de ETA y el MNLV, su “lucha” continuará en el futuro, revistiendo diversas formas y modalidades en función de su concreto análisis histórico y de su capacidad de desarrollar las tácticas derivadas del mismo. La “lucha armada” se sigue justificando y no dejará de practicarse en tanto se mantenga la capacidad de regeneración de ese “frente” sectorial, todavía concebido como “locomotora” del conjunto del “movimiento”.
José Basaburua.
ARBIL, Nº 38, octubre de 2.000
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