Ante la irrupciónde Ibil


Ante la irrupción de Ibil, una “ETA auténtica”: ¿hay terroristas buenos?

Fernando José Vaquero Oroquieta
07/05/14

El pasado martes 6 de mayo, Diario de Navarra desveló que Fermín Sánchez Agurruza, posible codirigente de Ibil, una facción radical expulsada por la Izquierda Abertzale y contraria al supuesto “proceso de paz”, se encontraría en paradero desconocido. Y el ocurrente Navarra Confidencial, al día siguiente, remarcaba, irónicamente, su perfil: «terrorista, político de HB y profesor del Modelo D»; un patrón inquietante que, desvelara la Guardia Civil en su momento, y que generó no poco escándalo entre los espíritus bienpensantes y buenistas que tanto abundan por estos andurriales. Y no les falta razón a nuestros amigos de NC: con la mirada a largo, es totalmente pertinente señalar que semejante tipología docente disfruta de las mejores condiciones para –si se lo propone- distorsionar la “normalidad educativa”, influyendo en nuevas camadas de activistas, como poco, mediante su adoctrinamiento y tal vez, en su salto a la kale borroka. Ejemplos hay, Y muchos.

Pero, a corto y medio plazo, también tiene una enorme trascendencia el hecho de que pueda estar gestándose una “ETA Auténtica”; o “ETA Continuidad”, al modo irlandés. De momento, aunque el asunto apenas haya ocupado espacio impreso, y en la parte inferior de la portada del medio navarro, no pocos antiguos “objetivos” de la banda terrorista ETA vuelven a mostrarse inquietos… ¡Con lo que bien y tranquilos que estábamos últimamente!

Ya con anterioridad a esta irrupción informativa, que ha desvelado a muchos la existencia de Ibil Iraultzen Bilguneak (Asamblea Revolucionaria Caminar), o Ibil a secas, nacida en 2012 en Vizcaya y extendida a Navarra al menos, se venían generando diversas agregaciones, en la periferia de la Izquierda Abertzale, de carácter crítico con la línea actual de Sortu; partido que junto a las juventudes Ernai y el sindicato LAB, conforman las tres columnas fundamentales del autodenominado MLNV, junto a una constelación de grupitos especializados y de carácter local, perfilando entre todos ellos, además de lo que queda de ETA, lo que denominan Izquierda Aberzale. Por su parte, Sortu, junto a los “arrepentidos” de Aralar, los residuos socialdemócratas de Eusko Alkartasuna, los postcomunistas de Alternatiba y otros colectivos, confluyen, en un movimiento de “acumulación de fuerzas por la construcción nacional” de carácter electoral, en EH Bildu.

Así, Eusko Ekintza (Acción vasca), se presentó en público a finales de diciembre del 2012, propugnando una curiosa paradoja dialéctica y estratégica. Denunciaron que Sortu, como partido político de la Izquierda Abertzale, ha deglutido y anulado al resto del “movimiento popular vasco”. Y para rescatar ese proceso movimentista, que perciben como mejor táctica para sus objetivos finales de independencia y socialismo, nada mejor que… ¡formar un partido! ¿Paradójico, verdad? Pues así son las “preocupaciones” de quienes viven para esta ideología: unas esotéricas y prolijas disquisiciones totalmente alejadas de la vida ordinaria y las inquietudes de los ciudadanos normales. Pero, paradójicamente también, con una enorme capacidad de atracción y generación de espacios sociales de enorme vitalidad comunitaria.

Pero, muchos años atrás, se venían desarrollando los agotadores e incomprensibles debates entre comunistas vascos que, tomando como principal referencia estratégica su posición ante el MLNV, reflexionaban en torno a su concepción del marxismo, la tentativa de “cuadratura del círculo” nacionalismo-socialismo, el papel de Stalin, Mao, Trotski, en la revolución mundial, la influencia del marxismos en la historia de ETA y el MLNV, la fórmula de partido combatiente a construir, etc. Es el caso del colectivo Boltxe, KIMETZ (Euskal Herriko Erakunde Komunista u Organización Comunista de Euskal Herria), EHK (Euskal Herriko Komunistak o Comunistas de Euskal Herria), y dos grupos denominados EHS (Euskal Herria Sozialista, trotskista, uno, estalinista el otro). Unos grupitos cuya influencia en la evolución del conjunto de la Izquierda Abertzale es marginal; salvo el que fortuitamente pudieran jugar, como en aquella ocasión en que, ante la ilegalización de Batasuna, proporcionaron la fachada de la sigla con la que eludieron la Ley de Partidos: el ya finiquitado Partido Comunista de las Tierras Vascas, promovido desde EHK. Y si hablamos de comunistas vascos, todavía están los que lo son, pero con carácter “estatal”: PCPE, los restos del PCE(r), el PCE que en su día configuró Izquierda Unida, los diversos avatares “trotskos”…

Ibil es otra realidad mucho más seria… y preocupante. Según expone El Informador (www.informador.org), junto a Fermín Sánchez Agurruza podrían coliderar la facción Ibil “duros” como el etarra Juan Ignacio Aldana. Y otros, como Isidro María Garalde o Juan Lorenzo Lasa Mitxelena pudieran estar pensándoselo.

Con una militancia que en número, según diversas fuentes, oscilaría entre 50 y 300 miembros, se vienen organizando en cenáculos muy cerrados, captando militantes entre los más radicales de Ernai y los presos y expresos de la banda ETA, formándose en seminarios sobre marxismo-leninismo, y ya habrían empezado a participar públicamente en manifestaciones de la izquierda abertzale. Incluso se afirma que algunos episodios de “kale borroka” pudieran haber sido protagonizados por sus elementos más jóvenes.

Ibil acusa a los dirigentes de Sortu de pretender que la militancia abertzale se «arrodille ante el enemigo», de dirigir al movimiento de modo dictatorial excluyendo los modos asamblearios, y de promover un «golpe de Estado contra la honorable trayectoria de la izquierda abertzale». Respecto a la situación de los presos de ETA, se muestran igualmente radicales, afirmando que: «Con los presos todavía en la cárcel, la dirección de la izquierda abertzale quiere dinamitar el colectivo, impulsando salidas personales con la excusa de que, según dicen, el propio colectivo lo ha decidido».

Pese a haber sido “expulsados”, los miembros de Ibil permanecerían conectados con los diversos ámbitos asociativos de la “tradicional” Izquierda Abertzale, lo que les otorga un peligroso potencial de decidirse por el retorno a la práctica terrorista.

En suma: tanto las Fuerzas de Seguridad, los jueces, los medios de comunicación, las instituciones democráticas y, a nuestro pesar, la mismísima ciudadanía, no pueden –no podemos- perder de vista a estos iluminados.

Pero, con tanta sigla, demasiados nombres, tantos giros tácticos, tamañas discusiones bizantinas… podemos perder la perspectiva. No en vano, la cuestión decisiva, de naturaleza moral y política, es: ¿acaso existen terroristas buenos y otros malos? Entonces, ¿buenos serían los seguidores de la línea actual de la Izquierda Abertzale y malos quienes disienten y persisten en unas prácticas perversas de momento “congeladas”?

El caso de la reciente detención de Gerry Adams, por unos días, nos ha devuelto a la realidad pura y dura del terrorismo, y a mostrarnos su verdadera faz. Unos familiares aterrorizados durante años han tenido el valor y la voluntad de actuar legalmente contra el máximo protagonista, presentado unánimemente como un auténtico héroe, del proceso de paz irlandés; alguien que parecía “intocable”. Los hijos de Jean McConville –una viuda secuestrada cobardemente por 10 terroristas en su domicilio en 1972, acaso cumpliendo órdenes de Gerry Adams, torturada, asesinada y con su cuerpo desaparecido durante décadas- han demostrado una altísima altura moral: por encima de los intereses políticos, las falsas políticas de confraternización y las imposturas –laicas y eclesiales- de un forzado “proceso de paz”.

Son 1800 los asesinatos sin resolver en Irlanda. Y en España más de 300. Y sus familiares, sus víctimas directas, toda la sociedad, deben –debemos- saber la verdad. Y que los culpables sean descubiertos, juzgados y condenados.

La paz nunca debe sacrificarse a la justicia: ni sería paz, ni sería justa. A lo sumo, la paz de los cementerios del olvido…

Los hijos de esa víctima han mostrado un formidable valor, al igual que la policía que ha realizado las pesquisas. No es necesario realizar más lecturas políticas del hecho, que puede tenerlas; incluso varias. Ha sido un gesto moral, ante todo, de dignidad, que nos confirma que es posible decir NO al terror, superar el miedo que pretende imponer una minoría a toda una sociedad, y actuar desde la legalidad contra TODOS los terroristas en TODAS sus modalidades.

Por ello, ya estén en activo o en la reserva, en la clandestinidad o en el exilio, en las cárceles o en libertad condicional, al frente de una institución pública o en la trastienda, ya practiquen terrorismo de “alta” o de “baja” intensidad…, sea lo que sea: no hay terrorista bueno.
Fernando José Vaquero Oroquieta
07/05/14