4 julio 2016
¿Por qué por el mero hecho de cuestionar algunas cosas alguien es automáticamente tildado como xenófobo, fascista, homófobo, cunetero, facha, reaccionario, ultra, torturador, pederasta, mala persona, vascófobo y antidemócrata? Pues porque hay una coaccion destinada a disuadirte de siquiera ponerte a pensar en o dudar de algunas cosas. Y eso sólo puede tener una explicación y es que quien te insulta por ponerte a pensar es que en el fondo sabe que los argumentos para sostener todas esas cosas en realidad son endebles y mejor no pensar en ellos. Por eso necesita rodear sus planteamientos de una barrera de descalificaciones e insultos. Es esa barrera y no la fuerza de la razón lo que protege esos planteamientos. Cuanto más te insulten por dudar de algo, más débil suele ser la lógica de ese algo. Y este puede ser el caso del Día del Orgullo Gay, por ejemplo.
El Orgullo Gay se basa por encima de todo en la idea de que no existe una normalidad sexual. Puesto que no existe en lo relacionado con el sexo algo así como un funcionamiento correcto o normal, o al menos un diseño relacionado con una finalidad, tampoco existe nada anormal.
Si un frigorífico empezara a calentar las cosas en vez de a enfriarlas, llamaríamos al técnico y diríamos que el frigorífico está estropeado porque los frigoríficos están diseñados para enfriar las cosas y los utilizamos para enfriar las cosas. El mecanismo para diagnosticar una enfermedad del corazón, llamar al cardiólogo o hacer un bypass se basa en el fondo el mismo criterio: en la idea de que el corazón funciona de una determinada manera para cumplir una serie de funciones y que la enfermedad, el mal funcionamiento o el problema se produce cuando el corazón dejar de cumplir esas funciones o a no actuar conforme a su diseño. Si un frigorífico empieza a calentar las cosas de dentro no decimos que nos encontramos ante una forma peculiar de ser un frigorífico, sino ante un frigorífico estropeado. El Orgullo Gay se basa por tanto en que en el terreno de la sexualidad, a diferencia de todas las demás cosas en el mundo, no puede haber nada que funcione mal porque no hay una forma correcta en que debe funcionar la sexualidad.
Parece obvio, sin embargo, que la sexualidad sí tiene un determinado diseño y un determinado propósito: la reproducción. No ya en la especie humana, sino en todas las especies sexuales y sexuadas. En las especies sexuadas, la reproducción se basa en la atracción entre los machos y las hembras y el coito. Esto no tiene nada que ver con la Conferencia Episcopal, ni con Aznar, ni con los mercados, ni con la OTAN: es un hecho biológico y natural. El placer, en este sentido, no es más que el mecanismo evolutivo por el que la naturaleza se asegura nuestro interés por la reproducción. No es que no se pueda tener sexo sólo por placer, pero pensar que biológicamente el placer es un fin y no un medio es como pensar que tenemos la nariz para oler perfume en vez de para respirar, aunque gracias a la nariz podamos disfrutar del perfume. Tampoco es que tenga nada malo oler flores, pero si uno lo disocia completa y definitivamente de la respiración, como si no tuviera nada que ver, podría tener efectos secundarios indeseados como la muerte por asfixia.
Es por esto por lo que, por ejemplo, consideramos que la esterilidad es un problema, incluso para alguien que no quiera tener hijos. Ser infértil no es un estado más equiparable a ser fértil, la infertilidad implica una carencia o un mal funcionamiento, incluso para alguien que no quiera dejar descendencia. Una tostadora rota no deja de estar rota porque esté guardada en un armario y no se use, en todo caso será un problema intrascendente para el dueño de la tostadora. Tampoco se le puede decir a alguien con problemas de fertilidad que no se le puede tratar, incluso que no se le debe tratar, diciéndole que ser estéril no es una enfermedad, ni una disfunción, ni un problema, y que tratarlo implicaría una ofensa a su condición de persona estéril. Sin embargo, ¿no es la homosexualidad una variante de la esterilidad? ¿No es acaso un problema equivalente por el mismo tipo de motivos?
La homosexualidad no es un asunto de mera variedad. Todos los seres humanos podrían ser rubios, o negros, pero si todos los seres humanos fueran homosexuales dejaría de haber seres humanos. Que en nuestra época pudiera haber reproducción artificial no invalidaría la premisa, en el mismo sentido en que poder vivir con un corazón artificial no implicaría que las enfermedades coronarias no existen.
La infidelidad, el onanismo o la poligamia tampoco son cuestiones que se encuentren en el mismo plano que la homosexualidad. Los infieles, onanistas y polígamos no tienen problemas de funcionamiento con la biología, sino en todo caso con la moral.
Naturalmente el llegar a pensar que la homosexualidad no es el correcto funcionamiento de la sexualidad humana no implica que haya que pegar, insultar, encarcelar o fusilar a los homosexuales. Decir que la esterilidad no es el correcto funcionamiento del sistema reproductor tampoco implica que haya que pegar, insultar, encarcelar o fusilar a las personas con problemas de fecundidad. Pero sería absurdo tratar de negar que la esterilidad implica un mal funcionamiento en alguna parte. También sería absurdo pretender que haya que aceptar como normal la esterilidad o alternativamente fusilar a todas las personas estériles. Es una falsa disyuntiva. Tiene que haber un punto intermedio en el que reflexionar sobre si hay un problema (y todos tenemos problemas y cosas que no funcionan como debieran, o las tendremos) no implique ni negar el problema ni perseguir o menoscabar la dignidad de esa persona. Por lo demás, en lo que respecta a la vida personal, profesional y cotidiana, ser homosexual resulta tan irrelevante para ser ministro, vecino o amigo como ser miope, aunque quizá evitaremos poner de centinela al miope. ¿Dónde está el mayor problema? Al margen de la esfera personal de cada uno, como mínimo en ser padre o madre y formar una familia.
Aquí ya no se puede decir allá cada cuál, puesto que estamos implicando a terceros, pequeños e incapaces de valerse por sí mismos. Por más que haya padres y madres heterosexuales catastróficos, la comparación tendría que ser entre padres heterosexuales catastróficos y padres homosexuales catastróficos, pero en principio no queremos padres catastróficos. Entre los padres no catastróficos, lo que se dice estrictamente padres sólo lo pueden ser los heterosexuales; es decir, técnicamente es imposible tener dos padres o dos madres. No creemos que sea conveniente la educación diferenciada pero, paradójicamente, creemos conveniente el matrimonio diferenciado. Si no creemos que los hombres y las mujeres son iguales y no lo creemos, entonces tampoco es fácil creer que tener un padre y una madre es igual que tener dos padres o dos madres. Es por todo ello que lo que a unos suscita orgullo a otros suscita dudas, aunque sea políticamente incorrecto manifestarlas.