Centro de Pamplona
Introducción de un marco de análisis:
Hoy sabemos lo pernicioso que ha sido para la libertad de todos nosotros, el pretender construir un cielo en la tierra. Hoy aceptamos que siempre la realidad es y será imperfecta, y que se puede y se debe ir reformándola, mejorándola, hasta el fin de los tiempos….
Hoy en plena sociedad tecnológica, sabemos los cristianos que la defensa de la tradición, es más importante que nunca, ya que existe demasiada tendencia a relegarla. El mundo nunca podrá ser perfecto, y los humanos nunca podremos conseguir la felicidad completa en la tierra. Los cristianos sabemos que los problemas económicos se entremezclan con los problemas políticos, y los problemas políticos con los problemas éticos, y éstos con los problemas religiosos, existe en la vida una jerarquía de dificultades, así como una jerarquía de valores, que en esta época tantos parecen olvidar.
Tenemos tendencia a olvidarnos de los datos positivos de nuestra sociedad, y sin esperanza nuestro quehacer cotidiano se complica mucho más. En general nos sobran agoreros, los españoles tenemos muchos problemas, no sólo económicos, sino de regeneración democrática, así como parar la agresividad secesionista, etc., pero confiemos que con tiempo y con lo que todos aportemos, los podremos superar.
Los españoles cuando criticamos, lo hacemos apasionadamente y con bastante sectarismo. Necesitamos un juicio más ponderado, para favorecer una visión desde la media distancia, lejos del agobio diario. Utilizando el sentido común, vemos que a pesar de sus defectos y limitaciones nuestro Estado está entre los menos malos, podríamos decir que estamos entre lo más alentador de las democracias occidentales. Pero no desconocemos sus defectos, sus fuertes dosis de corrupción, pero ¿en qué país no existen? sabemos que estamos alejados de un nepotismo generalizado y que en todas partes cuecen habas.
La codicia, es humana
La encontramos en todos nosotros, asida a la propia naturaleza humana, aunque hoy a muchos suene a antiguo lo del “becerro de oro”, lo de “poderoso caballero Don Dinero”, para muchos lo más consiste en conseguir, como decimos en la Ribera cuanta más “perricas” mejor, entiéndase como llave para alcanzar poder, notoriedad, proyección social, con el menor esfuerzo posible, siempre eso sí justificados o arropados por una aparente causa razonable: que si es para un buen fin, que si es para los nuestros (partido, gremio, etc.), para mi familia (como hace la mafia), por eso es realmente difícil, muy difícil la lucha contra la misma.
La codicia es trasversal y vertical: la encontramos en toda la escala social, entre los de arriba y entre los de abajo. Todos tenemos en esto faltas y delitos, más o menos graves o leves, en lo de codiciar, apropiarse o maltratar bienes ajenos. Hemos convivido con la picaresca y la falta de conciencia de que el evadir impuestos era de personas estupendas, los delitos contra la Hacienda Pública, era señal de inteligencia al haber ganado la partida a inspectores, gestores y mandamases de la Caja Pública.
Si no tenemos conciencia fina, recto criterio y voluntad firme de no ceder ante la más mínima tentación de apropiarnos de lo que no nos corresponde. Todos somos carne de corruptos. Como se habla a los niños, a las nietas, que ven en casa lo que es verdaderamente importante para nosotros, para el entorno en el que se mueven. Se empieza por perder sensibilidad en lo pequeño, y se puede llegar fácil a lo grande, siempre tendremos al Ángel caído, para darnos un buen argumentarlo, que haciendo el mal, pensemos o nos vean, como si hacemos lo correcto.
A lo largo de la historia, tenemos numerosos ejemplos, que han llevado a construir portazgos, aduanas, beneficiados, cadenas, cesantes, colas clientelares ante senadores romanos. Desde luego que en los propios sectores económicos más poderosos, la codicia, el afán desmesurado por el dinero, están muy enraizados. Hoy en el imaginario popular ya nos representamos al hombre gordo con frac, chistera y puro, ávido por monedas, rodeado de ellas como el prototipo de capitalismo depredador, sino que hoy el leguaje y los modos son cada día son más sofisticados….más tecnológicos.
Los poderosos, siempre que pueden utilizan su influencia para que sus ideas terminen por llegar al BOE, para favorecerse, muchas veces intentan socializar pérdidas, y siempre quieren privatizar al máximo las ganancias. Pero también sabemos que gracias al sacrificio de trabajadores, clases medias y PYMES, las cosas empiezan a mejorar, poco a poco.
Sectores económicos poderosos ofrecen a las administraciones tanto productos como servicios, necesarios para su cometido. De las decisiones que tomen determinados responsables (políticos y funcionarios) dependen en gran medida la viabilidad de los ofertantes, y lógicamente estos responsables son sus objetivos centrales, a los que quieren ablandar, para más tarde ofrecerles gabelas y compensaciones, como agradecimiento a la mejora, cierta, de su cuenta de resultados.
Los corruptores les proporcionan todo tipos de cuartadas psicológicas: al principio siempre es la necesidad de financiación para el Partido de turno, como única justificación; luego que ellos sí que trabajan mucho, que si valen mucho, que si ganan muy poco en comparación con los sueldos del mercado y con la responsabilidad que contraen… Así se fundamenta la corrupción, en la codicia humana. En todo tipo de países hay personas amigas de lo ajeno, que no se dicen a ellos mismo que roban, sino que se resarcen de lo mucho que trabajan y de lo poco remunerados que están, de lo mal que les ha tratado la vida.
Para aguantar semejante falta de moral, los corruptores de todos los pelajes (léase con seguidores, empresarios y demás ralea), les ofrecen buenas razones dinerarias, a cambio de información sensible, que posibilite conseguir sus respectivas ventajas económicas, o para que acepten las trampas necesarias en el concurso, o les terminen por asignar determinas obras o servicios, llevándose beneficios de manera tramposa, frente a la competencia. Los corruptores siempre se justifican y los justifican, diciéndose que su competencia hace lo mismo, y que si no, no trabajarían y que pasaría con sus trabajadores. Eso sí no se olvidan de incluir el coste de las gabelas en sus presupuestos.
Se fundamenta la corrupción, en la codicia humana. En todo tipo de países hay personas amigas de lo ajeno, que no se dicen que ellos roban, sino que se resarcen de lo mucho que trabajan y de lo poco remunerados que están, de lo mal que les ha tratado la vida.
Los actuales Gobiernos de la etapa democrática tienen más poder que cualquiera de los antiguos Reyes de Navarra, que siempre se enfrentaban a unas Cortes cicateras ante cualquier subida de impuestos. Hoy el Gobierno Navarro pastorea el 47% de nuestro PIB ¡eso es mucho, pero que mucho dinero! y demasiados empresarios, están interesados en fomentar el despilfarro de la clase política, que decide y gestiona tantos dineros públicos, y así obtener pingües beneficios para arreglar o mejorar sus cuentas de resultados.
De aquí vienen las más de las veces los conflictos de intereses, los modernos lobbys que tantas veces acaban en corrupción. En fin, apenas hay nada nuevo bajo el sol, sabemos que no hay condiciones de vida, por muy perversas o malas que sean éstas, a las que un hombre no pueda acostumbrarse, especialmente si a su alrededor otros muchos las aceptan. Así de tontos somos.
Como se organiza la sociedad
La cuestión a resolver en cómo se ejerce la necesaria violencia que toda actuación estatal conlleva para cumplir y hacer cumplir con las leyes, con las normas para la convivencia entre todos. Para ser justos, gracias a la existencia del Estado, no vivimos bajo la ley de la selva. Esto tiene grandes ventajas, pero también inconvenientes, ya que todo Estado tiende a ejercitar el poder de manera abusiva. El poder del estado, en su versión moderna de separación de poderes, ciertamente nos aleja de la selva. Pero no somos ingenuos, sabemos que cualquier estado, lleva parejo, un control oligárquico por los más poderosos sobre los mas menesterosos o débiles, jurídicamente somos igual ante la leyes, pero…
Todos no somos iguales, vemos todos los días como los poderes fácticos, los grandes poderes económicos: representados por los principales bancos, las grandes empresas eléctricas, las grandes constructoras de obras públicas, etc., los altos funcionarios del estado, los staff de los dos partidos hegemónicos, los principales grupos de comunicación, los staff de las patronales y sindicatos: han cortado el bacalao antes de la crisis, lo siguen haciendo ahora y lo continuarán cortando en el futuro, ellos o sus sustitutos.
En España existe como en todos los sitios una oligarquía. A la postre, los que mandan son los staff del PP y PSOE; son los empresarios subvencionados, privilegiados, concesionados o rescatados por el Estado a costa de los contribuyentes y de sus competidores; son los verticalizados sindicatos y patronales que pastan en el presupuestos del BOE / BON; y son los burócratas que deciden unilateralmente sobre nuestras vidas. Contra todos ellos muchos han tenido veneración y ganas de formar parte de ellos, y otros los que saben que es lo importante en la vida para un buen cristiano, bien alejados de ellos.
En nuestras sociedades, las grandes corporaciones son tremendamente sensibles a las decisiones que se toman desde las propias administraciones, al acaparar éstas, desde sus presupuestos un % muy importante del producto interior bruto, por encima de 40%.
En la Unión Soviética a esa nueva casta se la conocía como nomenclatura; en Venezuela, como boliburguesía. Las luchas por la codicia, en el seno del propio Partido Comunista Chino, con sus más de 40 millones de miembros. En los antiguos países socialistas las castas o oligarquías no fueron destruidas, sólo reemplazadas.
Por eso muchos españoles no se creen que los que dicen que erradicaran a la Casta eso sea posible, por la sencilla razón que ellos quieren reemplazar la casta de PP y PSOE por la casta de Podemos e IU, como vimos en Venezuela.
¿Acaso pensamos que «el pueblo» va a votar o fiscalizar los millones de decisiones administrativas que diariamente adopta hoy un cuerpo de tres millones de empleados públicos? Que estos falsos profetas de Podemos quieren incrementar hasta llegar a los seis millones. Evidentemente no: si en la actualidad ya sería del todo inmanejable que el cuerpo electoral sustituyera a la mega burocracia gobernantes, ¿qué decir de un Estado con todavía más competencias, como el que ambiciona Podemos?
La idea de que el pueblo gobernará es falaz: el pueblo forzosamente delegará la práctica totalidad de los poderes del Estado en una jerarquía de burócratas o políticos profesionales, y esa jerarquía de burócratas –con sus propias agendas políticas, económicas e ideológicas – constituirá en todo caso una nueva casta. Ellos… y los grupos de presión que los rodeen o los corrompan con el ánimo de imponer sus intereses sobre el conjunto de la sociedad valiéndose de los nuevos resortes intervencionistas con que contará el Estado.
El problema de fondo es claro: siempre que padezcamos un monopolio de la violencia que se inmiscuya en todas las áreas de la vida de las personas se hará imprescindible la existencia de un gigantesco y omnipotente aparato que administre por delegación los amplísimos poderes que detenta el Estado sobre nuestras vidas. Por ese motivo, resultará altamente lucrativo corromper o capturar a parte de los políticos o funcionarios para lograr sus favores.
Medidas necesarias
En suma, la minoración de los problemas de España no pasaran por sustituir a unos mandamases por otros. La codicia hay que combatirla cuando rompe los límites de la legalidad. Pero lo más eficaz, lo que demasiadas veces olvidamos, son los principios morales. Lo que en nuestra civilización llamamos las Tablas de la Ley, los 10 mandamientos, que el séptimo dice «No robarás», y el décimo «No codiciarás los bienes ajenos». Lo primero, que hay que retomar es la importancia de lo MORAL, de educar en Valores, de dar ejemplo en los mismos. Parecía que haber sido honrado, era haber sido tonto en los tiempos de la locura crediticia.
La importancia de ser conscientes de que el Estado sea más reducido, hoy todo lo interviene, y además a la inmensa mayoría les parece fenomenal. Cada vez somos menos libres, y dependemos desde la cuna hasta la tumba de lo público. Nuestros antepasados eran más libres en el día a día, sin embargo muchos piensan que aquellos eran tiempos oscuros, y hoy serían luminosos. Pero sabemos que no es así
Medidas cautelares y contrapesos. Jueces vitalicios. Medidas inspiradas en que no todo el mundo es bueno, sino que la tentación es fuerte y la carne débil, y debe de haber más controles en el ámbito político, mas prensa libre, más educación y sensibilidad hacia denostar la apropiación de lo ajeno. Agencias de Control externo de las Administraciones.
Debemos potenciar la Pequeña Propiedad Privada, lo pequeño dificulta el mangoneo de los poderosos, potencia la autoestima de los débiles, les hace más independientes, hoy con las nuevas tecnologías se hacen posible estas cosas….. Todo el discurso dominante, es solo financista, solo lo grande nos lo presentan como factible, como viable, etc… Vemos que eso no va con la realidad de los seres humanos, ni las grandes empresas, ni el gigantismo están demostrando eficacia, al menos en determinados segmentos.
No al aumento de impuestos que potencia administraciones desmedidas, no a más gasto público, no a más políticos, no a más regulaciones, no a más privilegios, sino más sociedad civil, más contratos voluntarios, más imperio de la ley y más libertad.
No maximizar la burocracia, sino minimizarla. Resulta difícil de comprender, pero algunos no confiamos en ninguna tipo casta salvadora, que no dejará de existir, pero si confiamos en que al menos la reduzcamos y la controlemos en lo posible. Lord Acton dejó dicho que el poder corrompe y el poder absoluto, corrompe absolutamente, nosotros sabemos que estamos de paso, y que debemos evangelizar para ofrecer la buena noticia a nuestros prójimos.