Alberto Catalán.
Facebook 7 julio 2015
Lo acontecido el día 6 de julio en el Ayuntamiento de Pamplona, por decisión personal del Alcalde de Bildu, de colocar la ikurriña (bandera de la Comunidad Autónoma Vasca) entre las banderas oficiales de la ciudad, minutos antes de dar comienzo las fiestas de San Fermín, es un auténtico desprecio a los símbolos oficiales y propios de Navarra.
“Los símbolos, especialmente las banderas y escudos, representan la identidad, la unidad, la solidaridad y el corazón de un pueblo”. En estos términos se manifiesta la Ley Foral que regula los símbolos de Navarra.
Dicha normativa foral, también en su parte expositiva recoge que “cuando un pueblo tan consistente históricamente como el navarro se ve, aunque sea en mínima medida, afectado por el rechazo o la descalificación para mantenerse con firmeza como Comunidad singular, propia y diferenciada, ve sus símbolos como auténtica representación comunitaria y no puede consentir que se vean menoscabados por la intolerancia de quienes pretenden imponer otros símbolos, de otras identidades contrapuestas, que puedan pretender dar carácter oficial a lo que, en todo caso, sólo es una fórmula de alternativa comunitaria posible y no probable”.
Ambas referencias demuestran la voluntad y el criterio de los representantes del pueblo navarro. Era el año 2003 pero ya entonces, y como siempre, algunos grupos planteaban su rechazo sobre los términos referidos a los símbolos “oficiales” de Navarra y “no ser innecesariamente ofensivos contra el sentir de una buena parte de los navarros”.
En un sistema democrático, en un Estado de Derecho como el que disfrutamos los españoles las normas de convivencia, donde residen los derechos y obligaciones de los ciudadanos son marcados democráticamente por las instituciones donde están presentes los representantes del pueblo.
De ahí que los símbolos oficiales de las Comunidades y de los países sean los que son, los que establecen esas Comunidades y países en su conjunto, no los que cada ciudadano, cada colectivo o partido político quieren que sean. Por todo ello, es lógico entender que cada uno en su casa, en su asociación o sociedad, en cualquier sede de entidad privada coloque los símbolos o las banderas que quiera pero en las Instituciones, en las Administraciones y en los organismos públicos deben estar presentes las banderas y los símbolos oficiales.
Resulta llamativo que se quiera supeditar, y desde mi humilde punto de vista, es un despreció colocar en la fachada del Ayuntamiento de Pamplona como si nada, la bandera de la Comunidad Autónoma Vasca.Recientemente en el Parlamento de Navarra se pretendió justificar ese menosprecio afirmando que se debe optar, si así lo reclama la ciudadanía, por consultas populares con el fin de conocer la opinión de la misma acerca de la utilización de símbolos pero no se acata y respeta la decisión tomada por las instituciones democráticas de Navarra. Y se obvia también el marco de la normativa que regula el uso de la bandera nacional y el de otras banderas y enseñas como la de 28 de octubre de 1981. Algo que no es baladí.
En Navarra se sienta uno vasco o no, ambos son dos sentimientos navarros, tenemos nuestra bandera y unos símbolos que nos representan. No necesitamos recurrir a los de otras Comunidades Autónomas por mucho aprecio y respeto que se les tenga. Es un disparate dar carácter de oficialidad, porque así se entiende si ondea en un edificio público, banderas diferentes a las que democráticamente nos hemos dado como señas de nuestra identidad. Porque al final volveremos al absurdo que se dio en un salón de plenos de un ayuntamiento en el que por no hacer nada, por dejar que cada uno hiciese lo que quisiese se colocará la bandera de un grupo musical. A este paso y con la lógica que plantean algunos podrían ondear en nuestros ayuntamientos la bandera que identifica a los andaluces, asturianos, gallegos, etc. o la de Ecuador o Marruecos ya que hay navarros originarios de esas Comunidades o países, o de Ferrari porque nos cae bien Fernando Alonso, o la de WV porque hay una fábrica en Landaben, por qué no la de una bebida refrescante o la de otra dependiendo de los gustos. Como somos aficionados a los toros una bandera con la foto de Padilla que enfervoriza Sanfermines, y así banderas y banderas y mástiles y mástiles. Porque claro, no vamos a limitar la libertar y el sentimiento de los ciudadanos. También una bandera de Osasuna, que es el equipo de la tierra, y puesto a colocar la del Madrid que hay mucho madridista y también, del Barsa, que es más que un club, o la de …. (como se suele decir: añádase la que se quiera …).
Porque claro como dicen algunos “Que Navarra es una comunidad plural, con diferentes sensibilidades … también en lo relativo a las identidades nacionales y los símbolos que la representan”. Y para ellos “carece de sentido tanto el imponer a la ciudadanía el uso de símbolos que siente como extraños como el pretender prohibir el uso de otros que son democráticos”. Evidentemente para algunos lo democrático es lo suyo, para ellos lo que carece de sentido es identificar a Navarra con sus símbolos. Todo ello porque se es partidario de su desaparición, de su integración en otra entidad y configurar una quimera que se independice de España. Eso sí, imponiendo a la mayoría de Navarra su voluntad y, hasta hace muy poco, algunos utilizando para conseguir ese objetivo, la presión, coacción y asesinato.
Navarra es Navarra y en ella cabemos todos, todos los que defendemos la libertad y la democracia, que tenemos creencias e ideologías diferentes, que queremos progresar y labrar un futuro mejor para nuestros hijos, que somos solidarios con los más vulnerables, que representamos una forma de ser independientemente de nuestro origen y que, en definitiva nos respetamos como Comunidad y que tenemos unos símbolos que nos representan