22 abril 2013
Sería fácil después de este invierno hacer sangre sobre las previsiones de hace unos años, anunciando que las estaciones de esquí en el Pirineo eran historia. Pero a pesar de todo, que un año nieve más o menos puede resultar anecdótico. Aunque lo anecdótico se eleve a categoría cada vez que algún suceso puntual pueda avalar de algún modo el calentamiento global antropogénico y apocalíptico. Sin embargo, lo que no resulta tan anecdótico es el fallo de una previsión general. Si una teoría es cierta, sus previsiones deben cumplirse. Pues bien, las previsiones del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático formado en la ONU) no se están cumpliendo.
Echando la vista atrás, nos encontramos con que el primer informe del IPCC alertando del calentamiento global data del año 1991. Aquel informe determinaba que “sobre la base de los resultados de los modelos actuales predecimos lo siguiente: Que la temperatura media mundial aumentara en promedio, en el siglo que viene, aproximadamente 0,3°C cada diez anos (con una incertidumbre de 0,2 – 0,5°C por decenio), partiendo del supuesto de que las emisiones de gases de efecto invernadero se ajusten al Escenario A (“de seguir todo como hasta ahora”); la rapidez con que se producirá este incremento será mayor que el registrado en los últimos 10.000 anos. Ello dará por resultado un aumento probable de la temperatura media mundial de aproximadamente l°C en el ano 2025”.
La buena noticia es que los datos, al menos de momento, no avalan la validez de la teoría ni la existencia de un calentamiento antropogénico apocalíptico, o en todo caso tal y como lo había previsto el IPCC. El geógrafo Antón Uriarte se ha apresurado a ilustrar en su blog la discrepancia entre las precisiones del IPCC y la realidad con este gráfico.