El poner el diálogo como valor absoluto por encima de otros valores, con el actual desarme ideológico en que nos encontramos supone una fuerte incapacidad en cómo abordar los contenciosos con nuestros propios nacionalistas periféricos, que continuamente están pidiendo más y más transferencias, en definitiva mas poder, potenciando una mayor descentralización del estado para hoy, como paso de preparación a un mañana independiente.
Lo que se consiguió pactar una vez con gran esfuerzo en aras a solucionar un problema histórico, hoy ya no se tiene en cuenta. La utilización de sus competencias sólo ha servido para alimentar sus tesis y mantener la tensión con Madrid, propiciando la discusión permanente y el consiguiente victivismo, buscando una ocasión propicia para plantear de nuevo -sin ningún rubor- que lo que fue un techo competencial hoy no sirve, y lo presentan como la base indiscutible –pensar lo contrario sería ser un facha centralista-, que está superada por la realidad actual, y que para alcanzar la mayor felicidad para sus ciudadanos necesitan más competencias, avanzar en el autogobierno. Y si no hacen mas cosas por sus ciudadanos la culpa la tiene Madrid porque no les da competencias suficientes.
Ellos necesitan ante esta nueva realidad avanzar unos pasos más en la debilitación-destrucción del estado común y en la configuración de su nueva realidad de pequeños estados dentro de la UE pasando por un estado seudo federal -que no recoge hoy nuestra constitución-, eso sí sin perder la conexión con el mercado español opresor al que vender sus productos. Incluso acompañados en sus pretensiones o en unas parecidas -en mas de una ocasión- por esas pequeñas clases políticas regionales, que fundamentalmente están conformadas por los dos grandes partidos mayoritarios pero que a la hora de tener más presupuestos que administrar en su región o nacionalidad, se comportan como los mas desaforados nacionalistas en su afán de poder.
La verdad es que hemos perdido demasiado tiempo cediendo y cediendo, pensando que así solucionábamos los problemas, el panorama actual no es esperanzador, pero hay que confiar en la concepción de una España de los ciudadanos, que apueste por la igualdad y solidaridad, y necesitamos ganar voluntades para dar la batalla de las ideas contra los nacionalismo periféricos que debilitan nuestro tejido social, y nos hacen perder tantas energías en cuestiones que nos despistan de problemas importantes que siguen pendientes sin abordarse.
Son muchos los responsables de la situación catalana, hoy el principal es Artur Mas, pero también quienes no defendieron la España democrática en Cataluña, o los que no denunciaron la política educativa de la Generalitat, etc. El oportunismo por buscar aliados para mantenerse en el poder en Madrid y la política de dar concesión tras concesión a cambio, ha conseguido la poca presencia de la España Constitucional en el día a día de la vida catalana, que les ha llevado a pensar a los independentistas que ha llegado la hora de ver cumplido su sueño. A estas alturas de la película, el PSC después de apoyar hasta antes de ayer el derecho a decidir, coincide con el PSOE y se oponen a dotar al Tribunal Constitucional de medios para hacer cumplir sus sentencias. Es una necesidad democrática básica que en un Estado de Derecho se pueda obligar a cumplir la Ley.
Necesitamos que se cumpla la Ley, todos, desde el primero al último, desde el débil al poderoso, y con más razón las autoridades. Es de trileros, caer en la tentación y propugnar como salida viable la de una España Federal (asimétrica), cuestión que hoy ya no satisface ni a los independentistas, salvo en la denominación lo que tenemos es prácticamente eso. Los socialistas habitualmente intentan salirse por la tangente, para no molestar a sus posibles compañeros de viaje -progresistas y nacionalistas- que les serán imprescindibles para desplazar y aislar al PP, y conseguir así recuperar el poder.
Muchos tertulianos progres de manera recurrente plantean la necesidad de abrir un “diálogo” con los que cultivan el monólogo independentista. Ven en el “diálogo” el único bálsamo de fierabrás posible, para que se produzca un “milagro político”. Cosa imposible a estas alturas de la película, cuando siempre lo que han querido es desigualdad: privilegio y perras. Hoy solo queda en el contencioso catalán la aplicación de la Ley, cosa que hasta ahora no se ha hecho, y es la clave para la derrota política del independentismo. Con ello conseguiremos que salgan más débiles, dejando fuera del escenario a los principales inductores de una rebelión demasiado tiempo consentida. Después se negociara mejor con unos sucesores necesariamente más sensatos después de la contienda. Ahora toca olvidarse de tontunas, que colaboren PP, PSOE y C´s y tengan altura de miras, y apliquen la Ley, de esta manera también se limitara el margen de acción del Populismo.