Presentación Más estado, menos libertad

Hay circunstancias en la vida de cada uno de nosotros en que la libertad puede ser más importante que la felicidad, o el sacrificio más importante que la tranquilidad. El secreto de la felicidad es la libertad, y el secreto de la libertad es el coraje como decía Perícles ya en el siglo IV antes de Jesucristo.

El miedo de hablar, el miedo de expresar una opinión diferente a la expresada o aceptada por la mayoría es letal para construir una sociedad libre. El miedo a ser libres, a arriesgarse, a tener coraje hace que irremediablemente imperen los mediocres y muchas veces reine la tergiversación o la mentira. Hoy y siempre, el coraje es y ha sido una mercancía de lujo, una extravagancia, como lo señala Oriana Fallaci en La Fuerza de la Razón.

Las contradicciones entre parte del discurso político oficial, y la realidad es cada vez más clara en la mayoría de las sociedades avanzadas. No son casuales los recientes reveses electorales en los referéndums perdidos por distintos gobiernos. Ningún político quiere ser portador de malas noticias, la democracia en esencia es un régimen de opinión pública en el que los políticos cada cuatro años piden el voto a los ciudadanos, y por ello muchas veces se dejan postergados determinados temas, se tarda demasiado tiempo en tomar conciencia de las necesarias reconducciones sobre temas de fondo, sobre todo temas de medio y largo plazo, que como son de difícil solución o que implican perdidas de posición o de privilegio, o en suma de poder de determinados estamentos, el resultado es que se posponen una y otra vez, con lo que a la larga se hacen más difíciles las soluciones.

Todas estas cuestiones necesitan de políticas a largo plazo, y para ello hay que plantear batallas por las ideas en el seno de la sociedad, impulsar el debate para lograr el necesario cambio de mentalidad, e intentar más tarde si se puede un consenso amplio en la sociedad. Los temas de fondo no los debemos abandonar al ámbito exclusivamente político, pensando que los políticos nos saquen las castañas del fuego, lo correcto es que desde asociaciones civiles, desde la propia sociedad civil se planteen los temas importantes de debate, previamente a que se planteen en el plano estrictamente político.

Por ello necesitamos una sociedad civil fuerte, que no es fácil improvisar, sino que requiere un tejido social y un recorrido en el tiempo, todo esto es muy difícil puesto que la sociedad esta en general muy des vertebrada, existen pocos Think Tank, tenemos poco asociacionismo y el que tenemos es débil, podemos comprobar que tanto las patronales como los sindicatos están domesticados por las numerosas variantes, de todo tipo de subvenciones que desde los gobiernos respectivos reciben, por lo que no ejercen un papel clave de sociedad civil, sino que forman parte, del magma del poder.