España no está en guerra, y por ello es falaz, la terminología de acabar con el conflicto, o de iniciar un proceso de paz, etc. La banda terrorista ETA se dedicó a matar y extorsionar como medios para conseguir sus fines políticos, ya mató en la Dictadura y ha matado mucho más en la Democracia, no podemos aceptar sus locas tesis de que Euskadi sea una colonia de España, ni que por que deje de matar tenga que alcanzar objetivos por los que asesino y extorsiono. Deben abandonar las armas porque no tienen ninguna posibilidad de doblegar a España, y porque no tienen razón, pueden defender sus tesis con los medios de la democracia como los demás partidos si abandonan la violencia y la condenan.
La violencia de género, sigue a pesar de la legislación que la persigue, y nadie se plantea dialogar con los asesinos de mujeres. El argumento de que el terrorismo dura desde hace mucho tiempo, no lo debemos de tener en cuenta, es como si dura siempre, no por ello tienen razón ni se debe ceder en cuestiones políticas claves, ni se debe uno pasarse a sus tesis por muy cansados que estén algunos. Debemos defender los valores en los que creemos, y sostiene la Constitución Española.
Hemos perdido demasiado tiempo cediendo y cediendo, pensando que así solucionaríamos el problema, como siempre han vendido los nacionalistas sensatos, cada vez el panorama lo han ido complicando, y hoy no es nada esperanzador, sólo nos queda confiar en el revivir de la concepción de una España de los ciudadanos, que apueste por la igualdad y la solidaridad.
Se está creando un movimiento ciudadano importante en las últimas manifestaciones convocadas por la AVT, se ha iniciado un camino, y sobre todo en la última del Foro de Ermua en Madrid. Necesitamos ganar voluntades para dar la batalla de las ideas contra los nacionalismos periféricos y de los que les apoyan, que tanto debilitan nuestro tejido social, y nos hacen perder tantas energías en cuestiones que nos despistan de problemas de fondo que siguen pendientes sin abordarse.
Es nefasta la agresividad del nacionalismo vasco en sus diferentes variantes, con agresiones continuas a la propia identidad navarra, con el cuestionamiento permanente de nuestra historia, de nuestra realidad presente y con continuos intentos de hipotecarnos el futuro. Todos esperábamos que la realidad apuntaría a que en el marco europeo los nacionalismos disminuyesen, pero por el mal enfoque del problema y por las continuas cesiones a los nacionalistas, estamos enquistando el problema.
La forma de expansión, y de penetración de sus posiciones nacionalistas en muchas zonas de nuestra tierra la han planteado como recuperación de unas hipotéticas Señas de Identidad, en un plano meramente cultural, apoyándose en danzas, folklore y sobre todo utilizando el vascuence como arma estratégica, apostando por una política a largo plazo que les permita ir ganando poco a poco posiciones, que hoy no tienen, como lo demuestra las repetidas encuestas al apoyar la realidad diferencial de Navarra, el 80% de los navarros. Hay que hablar claro y sin complejos, no tenemos nada contra el vascuence, pero hay que apostar por que nuestra juventud domine el inglés, y después el chino y no prioritariamente el euskera. No tenemos que tragarnos que lo progresista es volver a una presunta arcadia feliz, hoy desaparecida y que probablemente nunca existió.
No estamos hoy por condenar a la Roma histórica por la conquista de Iberia, reivindicando a los celtiberos frente a romanos, aceptamos la visión realista de la historia, que la protagonizaron nuestros antepasados ya que somos producto mestizo de ella. No queremos resaltar a una de las partes frente a las demás, y no renegamos de ninguno de nuestros antepasados, hayan sido celtíberos, francos, castellanos, judíos, musulmanes o euskaldunes, ni por supuesto a esa nueva remesa de nuevos navarros que son todos los emigrantes recién llegados y que suponen ya el 10% de la población actual.
Navarra debe apostar por la modernidad, por ser una sociedad abierta al mundo, solidaria, y en la que se pueda vivir, innovar, exportar, y competir sin complejos. Que no mire tanto al pasado y se preocupe un poco mas por preparar un futuro mejor para todos, sin exclusiones en el marco de la España constitucional y dentro de Europa.