Esta es la lista que explica su poder

El lobby gay pone a sus pies en la City londinense a los grandes poderes financieros mundiales

La organización norteamericana Out on the Street les congregó en su cumbre de Londres y les comprometió a promover su agenda.

Carmelo López-Arias / ReL 17 noviembre 2012

¿Por qué una exigua minoría militante -sólo representa a una parte del 2 ó 3% de población que se confiesa homosexual- tiene un poder tan enorme que consigue cambiar Constituciones, deponer jueces, adoctrinar niños en la escuela o condicionar la parrilla televisiva?

Parte de la respuesta puede encontrarse en la reunión mantenida este 13 de noviembre en la City londinense, durante la cual la organización norteamericana Out on the Street, que maneja la agenda LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) en la Wall Street neoyorquina, hizo toda una demostración de poder. En el corazón financiero del Reino Unido, representantes de los principales bancos del mundo se comprometieron a «promover los derechos de los gay».

El caso de Lord Browne

Hubo representantes de Bank of America Merrill Lynch, Barclays, Citibank, Credit Suisse, Deutsche Bank, Goldman Sachs, HSBC, KKR, KPMG, Morgan Stanley y UBS. Y uno de los participantes destacados fue Lord Browne, antiguo director ejecutivo de British Petroleum que dimitió en 2007 cuando se dieron a conocer detalles íntimos de su relación con el canadiense Jeff Chevalier, un joven que le acusaba de haberle dejado tirado en la calle tras vivir juntos como amantes con un nivel de vida que incluía, por ejemplo, cenas regadas por vinos de 3.700 euros la botella.

Según un portavoz de Out on the Street, se trataba en esta sesión de «promover los derechos de los gays en un ambiente donde a menudo son discriminados». Plegados a este criterio, los participantes discutieron formas concretas de forzar a las sociedades especializadas en servicios financieros a adoptar un programa de «igualdad» para el llamado colectivo LGTB.

«Es fundamental que los directivos de las grandes empresas y de la alta finanza se aseguren de que las personas que entran en la ´categoría LGTB´ estén presentes en todos los niveles del trabajo y no sean discriminados sólo porque deciden hacer pública su homosexualidad», declaró este martes Lord Browne.

Pero la razón por la que Lord Browne, de 64 años, tuvo que abandonar BP no fue su homosexualidad, sino el hecho de que se prevaliese de su cargo para ayudar a su amante a montar un negocio, y luego mintiese en los tribunales sobre las circunstancias en que le conoció. Cuando rompieron, intentó destruir la reputación del joven acusándole de ser drogadicto y alcohólico.

También es cuestión de negocios

Sin embargo, no se trata sólo de «igualdad»: «Con la diversidad hay ganancia asegurada», afirmó durante su intervención Alex Wilmot-Sitwell, de Bank of America Merrill Lynch: «Porque diversidad significa, esencialmente, más negocio».

De hecho, el programa de la cumbre incluye paneles en los que «expertos economistas» discutieron «el impacto de salir del armario en las carreras y oportunidades de negocio», «directivas lesbianas» dieron a conocer «cómo lograron el éxito en sus carreras» y «ejecutivos senior» explicaron «el papel de la igualdad LGTB en sus empresas y el impacto en las perspectivas de negocio desde la perspectiva del cliente».

La presencia de los grandes poderes financieros mundiales en la cumbre no es accesoria. En el comité de dirección, y junto al fundador de Out on the Street, Todd Sears, figuran:

  • – Mark Stephanz, de Bank of America Merrill Lynch;
    – Jay Coleman, de Deutsche Bank;
    – Brian Saluzzo, de Goldman Sachs;
    – Jeffrey Siminoff, de Morgan Stanley;
    – Andrew Sendall, de Citigroup;
    – Jeff Davis, de Barclays;
    – Ken Mehlman, de KKR;
    – Charles Myers, de Evercore;
    – Stephen Paine, de Credit Suisse;
    – Andrew Wallace, de UBS;
    – J. Andrew Ward, de KPMG LLP.

Liderar el cambio social

Y no se trata sólo de evitar la discriminación. Los objetivos de Out on the Street apuntan al cambio social, y así, reconocen abiertamente que, «a pesar de los progresos realizados en las políticas corporativas de las empresas, todavía quedan por llevar a cabo desafíos significativos para la comunidad LGTB. Las empresas y sus políticas corporativas pueden liderar los gobiernos y el cambio social».

«No sabemos qué es la buena vida porque nada nos parece bastante»

Lo necesario para disfrutar de una ‘buena vida’ consiste en aspirar, materialmente, a sólo aquello que de verdad necesitamos. Esta máxima universal, compartida por la mayoría de religiones y filosofías moralistas, está cada vez más alejada de los valores de las sociedades modernas y de la economía capitalista, pero si no se lleva a la práctica, la felicidad se convierte en una ilusión inalcanzable. Bajo estos preceptos morales, el economista Robert Skidelsky, biógrafo de John Keynes y miembro de la Cámara de los Lores británica, se ha propuesto sentar las bases teóricas de una nueva sociedad y, por ende de una nueva economía. Una cruzada compartida con su hijo Edward, profesor de filosofía en la Universidad de Exeter, y que sintetizan en el ensayo ¿Cuánto es suficiente? Qué se necesita para una ‘buena vida’ (Crítica).

El tándem entre Robert y Edward Skidelsky semeja la cuadratura del círculo ontológico, al conjugar sus perfiles económico y filosófico en una misma teoría y revestirla sin acritud adoctrinadora de los principios católicos. Sus tesis de enfoque neokeynesiano, que en Reino Unido han provocado todo tipo de reacciones menos la indiferencia, llegan a España de la mano de su último libro, y que ambos autores profundizan en una entrevista con El Confidencial. “La ética debe ser la base de la economía”, arranca Robert, con su característica rotundidad. “No hemos escrito el libro desde el punto de vista religioso, pero sí estamos muy influenciados e impresionados por la enseñanza moral del catolicismo y las encíclicas papales son el marco de referencia en el que nos movemos”.

Una ética económica

La humanización de la economía es para estos autores una obligación primordial y es el requisito imprescindible para comenzar a construir una sociedad más justa e igualitaria. “Cada vez nos alejamos más del ideal de la ‘buena vida’. Para ser felices necesitamos tener buena salud, mucho más tiempo de ocio, en el que hagas lo que realmente quieres y no lo que estás obligado a hacer, y recuperar las relaciones personales. Todo esto significa que no seamos consumistas ni pasivos”, explica Edward. Aunque a primera vista estos postulados parezcan fácilmente realizables hay dos factores, principalmente, que generan serias resistencias: la pérdida de influencia de la religión por un lado, y el auge del capitalismo por otro.

Todas estas crisis cíclicas tienen que ver con que nuestro único objetivo es el crecimiento

“Existe una tendencia natural del ser humano a la insaciabilidad, pero el sistema económico capitalista impulsa todavía este carácter”, explica Robert. “Durante muchos siglos se resistió a esta tendencia desde el plano religioso y filosófico, insistiendo que no debemos mirar a los demás para saber qué queremos, sino mirarnos a nosotros mismos y a nuestras propias necesidades”, pero hoy en día prácticamente han desaparecido esos mecanismos de defensa, lamenta Edward. Sin embargo, lo más peligroso para los Skidelsky es que el consumismo se ha entroniza como fin en sí mismo y todas las dimensiones de la vida comienzan a girar en base a este.
Robert y Edward Skidelsky, en una foto de archivo. (Catarata)

Cambiar individualmente para evolucionar socialmente

“Tenemos que empezar con la publicidad. No digo que haya que abolirla por completo, pero el primer paso es reducirla. Ya sé que los medios de comunicación se financian con publicidad, pero es primordial buscar otro tipo de modelos para poder tener una televisión o un periódico sin depender tanto de ella”, explica acaloradamente el economista. En segundo lugar, continúa Robert, se deben establecer mecanismos de control a las actividades bancarias, principalmente, “para impedir que otorguen tantos préstamos a la ligera” para que la ciudadanía no caiga en la espiral consumista ni se endeude de por vida

La buena vida desapareció a medida que se fue reduciendo la influencia de la religión en nuestras sociedades

Para Edward, que en ningún momento duda en matizar las palabras de su padre mostrando una clara complicidad entre ambos, “primero tenemos que cambiar individualmente nuestra mentalidad porque ni siquiera estamos acostumbrados a la buena vida y, luego, para hacer posible este fin, habrá que hacer reformas económicas. La buena vida desapareció a medida que se fue reduciendo la influencia de la religión en nuestras sociedades”, por lo que advierte de la deriva a la que estamos abocados sino se produce un cambio de mentalidad colectivo.
“Desde luego que la sociedad no debe obligarte a que adoptes las posturas del ‘buen vivir’ porque eso sería comunismo. El impulso moral debe venir de la conciencia de cada uno y, luego el Estado ya nos podrá guiar y ayudar a seguir esa dirección. Pero solo una vez que la ciudadanía haya decidido que este sistema no funciona”, indica Roberts reforzando las palabras de su hijo y pupilo.

Del decrecimiento al ‘buen vivir’

Este momento histórico, caracterizado por una profunda crisis económica, es un momento ideal para lanzar reflexionar sobre estos conceptos. “Este estilo de vida no funciona, por lo que tenemos que buscar alternativas. En todas las crisis surgen procesos digamos que de inspección, y hemos descubierto que este sistema produce crisis inevitablemente y se aleja del buen vivir”, indica Roberts. Estas son las consecuencias de la crisis, pero el economista también apunta a sus causas: “Todas estas crisis cíclicas tienen que ver con que nuestro único objetivo es el crecimiento”.

Existe una tendencia natural a la insaciabilidad, pero el capitalismo impulsa todavía más este carácter

Los planteamientos teóricos propuestos por estos autores guardan cierta relación con la teoría económica del decrecimiento surgida a raíz de la obra The Entropy law and the Economic Process (1971) de Nicholas Georgescu-Roegen y profundizadas por Serge Latouche. Sin embargo, preguntados por estas similitudes, Edward sienta en las bases éticas de la ‘buena vida’ las principales diferencias con el decrecimiento, de las que carecería según el filósofo. Aunque en el ensayo se presentan una serie de herramientas para el ‘buen vivir’ que comparte con el decrecimiento como: la reducción y distribución de la jornada laboral, la renta básica universal o, por supuesto, la máxima de “vivir mejor con menos”. “Nosotros no nos postulamos a favor o en contra del crecimiento, no se trata de eso, sino de proponer los medios para lograr una buena vida”, sentencia Skidelsky padre