Que nuestro actuar

Centro de Pamplona

Que nuestro actuar posibilite que los próximos se acerquen a Dios
23 de noviembre de 2016, a las 19,30. Parroquia de San Nicolás, Pamplona

San Lucas 18, 9-14. A algunos que pensando estar a bien con Dios, se sentían seguros de sí y despreciaban a los demás, les dirigió esta parábola:
Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; El otro recaudador. El fariseo se plantó y se puso a orar en voz baja de esta manera: “Dios mío, te doy gracias de no ser como los demás: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco como ese recaudador.

Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que gano”. El recaudador, en cambio, se quedó a distancia yno se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; no hacía más que darse golpes de pecho diciendo: “¡Dios mío!, ten compasión de este pecador”

Os digo que éste bajó a su casa a bien con Dios y aquél no.

Porque a todo el que se encumbra lo abajarán y al que se abaja lo encumbrarán.

El pensamiento del fariseo transcurre en el “qué bueno soy, que justo, no robo, no mato, pago el diezmo…y” que fácilmente nos olvidamos que todos somos pecadores potenciales, que los hombres tenemos el libre albedrío, que tenemos libertad para obrar bien o mal, quepronto nos olvidamos que tenemos una naturaleza pecadora, fallida desde el pecado original.

1.- Aprendamos de los otros. No es bueno ni católico criminalizar a los demás, ni sembrarodio, nidividir a los españoles ya que todo ello debilita la vida social. En la relaciones humanas debemos ser mas humildes y seguir los consejos recogidos por Baltasar Gracián, insigne jesuita aragonés, que en el Arte de la Prudencia tiene una reflexión sobre cómo “Saber estimar” donde dice: “Ninguno hay que no puede ser maestro de otro en algo, ni hay quién no exceda al que excede. Saber disfrutar a cada uno es útil saber. El sabio estima a todos porque reconoce lo bueno en cada uno y sabe lo que cuestan las cosas de hacerse bien. El necio desprecia a todos por ignorancia de lo bueno y por elección de lo peor”.

2.- Debemos salir de nuestros cenáculos, donde solemos tratar con los más parecidos a nosotros, entre los que pensamos más igual y adentrarnos en ambientes más anchos, donde no suelen ser tan favorable a nuestros pensamientos y creencias, en los cuales muchas veces nos cuesta estar y no sentimos lejanos e incómodos.Lo último que debemos hacer es huir del mundo, los propagandistas tenemos vocación de estar con el prójimo, con el próximo taly como es, nos acercamos a ellos sin tener ninguna actitud condenatoria ni reprobatoria hacia ellos. No olvidemos que todos somos hijos de Dios, claro que debemos aborrecer al pecado, pero tambiéndebemos amar al pecador, como decía San Agustín.

3.- Necesitamos distinguir entre las personas y sus ideas, los católicos amamos a todas las personas y podemos y debemos discutir sus ideas, pero para ello tendremos que establecer puentes de cercanía y colaboración con los demás, que con nuestro ejemplo se vea reflejado. A las personas nos pasa lo mismo que a los perros, notamos enseguida cuando alguien nos mira pensando que somos negativos, pesados, distintos, a todos nos funciona el sexto sentido de sentirnos rechazados. No debemos rechazar a nadie.

4.- Establezcamos relaciones desde la humildad. Al margen de buscar unamayor eficacia, vivimos en un mundo donde todo se cuantifica yel sentido común nos indica que nos irá mejor si lo primero que hacemos es establecer una relación humana, sencilla, de acogida con los demás, ello nos facilitara el poder entender al otro. Por eso es muy importante desechar cualquier tipo de sectarismo, de desprecio del otro, de considerarnos mejores, muchos ojo con sobrevalorarnos, con ser autocomplacientes, con ser fariseos.

5.- Analizar el mundo no es sencillo. Nos ha tocado vivir en un mundo muy complejo, donde es un problema el exceso de información, no podemos ver las cosasdesde la media distancia. Ante nuestras narices se cruzan multitud de datos, multitud deopiniones y no es sencillo tener una posición ponderada. La realidad internacional es muy complicada y confusa, donde existen multitud de conflictos interrelacionados que hasta el propio Papa Francisco se atreve a afirmar que son parte de la llamada III Guerra Mundial que ya se está produciendo en forma fraccionada a trozos, pero que indudablemente es muy compleja:

Hoy la guerra cibernética la comprobamos al ver cuando unos piratas lograron paralizar algunas de las redes sociales más importantes del mundo, así como las confrontaciones de rusos y norteamericanos, o Wikileaks. Este mundo cibernético ha abducido a muchos jóvenes que están encerrados en sí mismo, dando la espalda a toda realidad, por supuesto también la trascendente.

Por supuesto que la guerra económica es la que nunca ha cesado y está operando hoy en forma de guerra financiera donde la especulación vale más que la producción. La economía no está atravesando un ciclo negativo, sino que está en guerra. Nadie aventura que se llegue a pagar algún día la deuda de los estados, ni cuando se volverá a producir otro crack.

Por supuesto que la guerra militar propiamente dicha, está abierta, la convencional que no es un guerra de trincheras sino como dice el Papa Francisco, por trozos. Enfrentamientos donde se confunden las ideologías, las creencias y las trincheras y los bandos en liza. Hoy en la guerra de Siria e Irak, no sabemos si combaten el Occidente libre y cristiano contra el yihadismo o los rusos ex comunistas ahora cristianos contra los norteamericanos presuntamente cristianos, que hoy apoyan otra cosa.

A eso añadamos la propiamente guerra terrorista, tan característica de la denominada III Guerra mundial, con unos combatientes que se ocultan detrás la población civil, siendo la guerra más difícil y cobarde de todas.

Pero quién puede negar que existe también una guerra espiritual. Ya no se trata de destruir a la humanidad sino de destruir al hombre, de arrebatarle su sentido de la vida quitándole todo apoyo a la familia natural, expulsando toda referencia religiosa de la vida pública, implantando un laicismo radical, apoyando el aborto a gogó, apoyando al movimiento LGTB, o a una loca política animalista. Es decir entronizando el Mal, dándole la espalda a Dios.

6.- Necesitamos cambiar de onda… escuchar a todos. Dialogar con todos con paciencia y amor, defendiendo nuestros valores con inteligencia y firmeza, sin creernos mejor que nadie pero tampoco peor que nadie. Confiando en el sentido último de la historia y en las promesas liberadoras y estratégicas del mensaje cristiano.

7.- No debemos ser católicos acomplejados. Existe un cierto complejo de inferioridad en sectores católicos que les hace estar hoy en España a la defensiva. La mayor de las veces muchos parecen clandestinos, casi ocultos, no le gusta expresar sus opiniones, ni sus ideas en público. Son demasiados los frentes abiertos: una rabiosa política de género, la pro homosexualidad militante, la falta de una idea de España integradora y amable, una administración elefantiásica y lógicamente costosa e ineficaz, una confianza exagerada en lo público, la abundante presencia cotidiana del mundo de las drogas, una inmigración sin cortapisas cada vez mas costosa de asimilar, la lucha contra el yijadismo, una confusión entre víctimas y verdugos, la poca natalidad y el envejecimiento, etc. Una sociedad en abierta oposición en muchos aspectos de lo que nos enseñaron como bueno nuestros padres.

8.- Muchos somos invisibles. En la práctica muchos católicos pretendemos actuar como los demás, sin llamar la atención, queriendo seguir aferrados a las seguridades económicas, a un espacio de privacidad, con una presencia social políticamente correcta. Muchos parecen haber interiorizado una conciencia de derrota, que los convierte en pesimistas quejosos, o en desencantados silentes. Necesitamos mirar todos al futuro con optimismo, alzar la voz en nuestro entorno, con educación, con respeto, con razones, pero con firmeza ¡no podemos dar por bueno lo malo! Defendamos con alegría y sin vergüenza el mensaje de amor. Edmund Burke, dijo que el principal problema para que triunfen los malos, es la inacción de los buenos.

9.- Necesitamos una aptitud evangelizadora, misionera, militante, donde no ocultemos lo que pensamos, ni quienes somos y porqué apostamos por lo que entendemos que es la mejor solución de los problemas, aunque no encontremos ni aplausos fáciles, ni comprensión por parte de muchas personas que confían en exceso en lo público, en los tópicos de lo políticamente correcto. etc. La mejor prédica es el ejemplo, no ser altivos pero si firmes en nuestras convicciones. Estudiemos, preparémonos para mostrar las debilidades de los argumentos de los que apuestan por unas malas soluciones a los problemas.

10.- Sabemos que existe el bien y el mal. Cierto que existen pecados de época, pero nunca está demás recordar lo obvio: objetivamente existe el bien y existe el mal. Lo primero es mejor que lo segundo, aunque a veces las cosas no estén tan claras; también conocemos que la ley no siempre es justa, pero siempre es mejor que la ausencia de ley; la democracia facilita la convivencia al aceptar la libre circulación de las ideas, aunque algunas sean peregrinas o irracionales; sabemos que la libertad de cada uno tiene como límite los derechos y las libertades de los demás; el ejercicio de la violencia debe estar sujeta a la Ley y por ello aceptamos el monopolio del uso de la fuerza por el Estado, para evitar que impere la ley de la selva, mejor proteger el orden frente al desorden.

11.- Hoy nuestras convicciones morales están debilitadas. En España desde hace muchos años padecemos un constante deterioro de las convicciones morales, tanto religiosas como laicas. El resultado es que avanzamos hacia una sociedad donde cada vez haya más gentes embrutecidas y desnortadas. Hoy se empieza a contestar desde sectores izquierdistas el porque permanecen los etarras en la cárcel, incluso algunos calificaron a Otegui como preso político. Cierto que nadie va a la cárcel por sus ideas, y Otegui no estuvo en la cárcel por sus ideas, sino por sentencia judicial que probó que formo parte de una estructura criminal organizada. También hoy hay quién equipara a los yihadistas del Estado Islámico con los soldados de la OTAN o con la guardia civil, porque “todos matan”. Nada dicen de que el trabajo de un soldado o el de un guardia consiste precisamente en que ellos defienden a la comunidad, siempre el monopolio legal de la violencia es coercitivo, sí, pero es imprescindible para protegerse contra la violencia sin ley. Por eso existen los ejércitos y los policías para proteger nuestra libertad.

12.- Hay cierto estado de tontuna que exige explicar lo obvio. Al Estado Islámico, o cualquier grupo del mismo carácter, no les importa matar para imponer su poder al margen de toda ley que no sea la suya y por encima de la libertad personal y de la voluntad colectiva. Siempre se admitió que la violencia se justifica como lucha contra un orden injusto y opresor. Pero carece totalmente de sentido en nuestra sociedad actual, donde nada impide a nadie expresar en total libertad sus ideas. Ciertas ocurrencias nihilistas que hoy afloran en Podemos o en la CUP apenas encuentran oposición en el resto. España padece desde hace muchos años un pertinaz trabajo de zapa hacia toda convicción moral; un ejercicio de demolición que no ha afectado sólo a la moral tradicional de origen religioso, sino también a la ética civil de inspiración laica. El resultado es que una parte de la sociedad está cada vez más desarmada intelectual y moralmente. Produce tristeza que sea preciso explicar hoy estas cosas.

13.- ¿Cielo en la Tierra? Muchas de las ilusiones de la Transición política han saltado por los aires, por culpa de la corrupción, de la sed de dinero y de la falta de escrúpulos morales y éticos de parte de las elites políticas. Siempre existen unos listos que dicen, que con más leyes contra la corrupción se podrá conseguir una lucha más eficaz, piensan que es posible construir un cielo en la tierra. Los partidos reflejan un pensamiento débil, tan influido por el mito del buen salvaje, al pensar que el hombre es bueno desde el nacimiento y que es la sociedad la que posteriormente lo malea. En general no creen en las causas individuales, y explican casi todo por las condiciones objetivas, sociales y así diluyen toda responsabilidad individual.

14.- No olvidemos la naturaleza humana. Nosotros sabemos que para explicar lo que nos ocurre, tenemos que empezar por aceptar la verdadera naturaleza humana, reconocer que el hombre tiene libre albedrío, es decir tenemos la capacidad para elegir entre el bien y el mal. Que la naturaleza humana está tocada, desde la expulsión del Paraíso, que por eso nos equivocarnos tantas veces al elegir el mal en muchas ocasiones, y que todo ello explica la historia de la humanidad, con sus luces y sus sombras.

15.- Necesitamos principios morales. Para educar en ellos es necesario que participe toda sociedad. Si abandonamos la moral terminaremos con leyes injustas y así no será posible avanzar, la sociedad tendría más problemas y menor capacidad para enfrentarse a ellos. No me gustan los antisistema, tampoco los poderosos que se apropien de la democracia para sus intereses particulares. Soñamos con una democracia sostenida por amplios consensos de los trabajadores, de las clases medias, que posibilitarán una convivencia pacífica y equilibrada, que necesitará de la utilización de contrapesos eficaces. Necesitamos introducir mejoras para ir resolviendo los problemas actuales, cosa que nos situara en mejor disposición para que una vez solucionados estos, abordaremos otros nuevos problemas que hoy no vislumbramos, pero que aparecerán.