La civilización no puede darse por supuesta, necesita ser defendida en el día a día por todos, siempre está amenazada. Qué debemos hacer para revitalizar la civilización occidental. Lo políticamente correcto, dice que ¡hace falta más libertad, más progreso material! Pero no es verdad, lo que hace falta es más coraje para volver a los valores que hemos relegado y que nos son necesarios para oponerlos a esos otros contravalores: hedonismo, materialismo, súper sexualidad, islamismo radical, independentismos, indigenismo, egoísmo, excesivo amor al dinero. Los valores son los principios inspiradores de las instituciones y juegan un papel decisivo en la resolución de los conflictos. No hay que aparcarlos ni de la vida personal ni colectiva y sino los hacemos valer nosotros, florecerán sus contrarios.
Desde la caída del muro de Berlín, la pregunta ya no es ¿de qué lado estamos?, sino ¿quiénes somos? La respuesta no es tan fácil, en la vieja Europa estamos al borde de la decadencia. Debemos trabajar para que nuestros valores se expandan de forma pacífica, lenta pero constantemente. Hay que abandonar toda arrogancia y trabajar con humildad por salvar la situación de declive moral, de suicido cultural, de desunión política básica. No hay más que seguir las noticias y ya ni nos escandalizamos con tanta barbaridad. Hay que evitar el florecimiento de enclaves culturales anti occidentales (grupos justificadores del terrorismo, de la poligamia, etc.) Fortalecer alianzas internas (trabajemos por un patriotismo constitucional, apoyado por la izquierda y la derecha), denunciar la confusa Alianza de Civilizaciones, buscar la cooperación con las otras civilizaciones amenazadas por el Islam radical.
Los europeos tenemos dificultades para mantener posiciones estratégicas que impliquen sacrificios: parece que hemos olvidado luchar por nuestra libertad. El Mayor inglés Eric Joyce, recién dimitido en Afganistán, en 2010: dejo dicho que Gran Bretaña, lucha; Alemania, paga; Francia, calcula; e Italia, evita; y en nuestra opinión España seguía emboscada. Con 220 soldados más, queríamos satisfacer a Obama, para que recibiese a ZP. Necesitábamos un cambio de estrategia compartida con los aliados. Los talibanes nos podían atacar sabiendo que no iban a ser atacados por nosotros, ya que estábamos en misión de ayuda para la Paz. Los soldados españoles se limitaban a defenderse, y solo acompañan a transportes y a ciertas tareas de reconstrucción.
Ese buenismo pacifista es letal y bochornoso tanto para nuestras tropas como para nuestra nación. Muchos problemas, seguirán tras la salida de la crisis y sólo se solucionarán si practicamos los valores que definen a nuestra civilización; necesitamos mantener el carácter laico de los gobiernos, la separación Iglesia/Estado; no es posible ni conveniente extender la civilización occidental a todos los lugares del mundo; tampoco deberíamos tener el afán de intervenir en áreas lejanas a la nuestra, salvo en casos muy justificados. Pero sí que deberíamos proteger la seguridad e identidad de Occidente, y no tenemos que fomentar en casa el multiculturalismo que socava nuestra manera de ser. Occidente, que es el resultado de la fusión de la cultura greco-latina, junto a la tradición judeo-cristiana, con la aportación de la ilustración, todos han sido inspiradores de unos valores (libertad, igualdad, tolerancia, democracia, Estado de Derecho) de los que nos sentimos muy orgullosos.