Es preciso tener una idea fidedigna y dinámica de Navarra. Esta tierra nuestra ha sido solar de vascones, celtíberos, romanos, visigodos, árabes, judíos y francos. Hemos tenido una andadura histórica como Reino independiente durante más de ocho siglos y las dinastías de nuestros reyes han sido, Iñiga, Jimena, Champagne, Capeta, Evreux y Foix-Albret. Después de la separación del Reino en el siglo XVI en la parte peninsular las dinastías fueron las de España como nación emergente, eso sí con numeración propia y correlativa de Navarra. Y en la dinastía legítima asentada en ultrapuertos se convirtieron en reyes de Francia y de la Navarra francesa.
A lo largo de los siglos se ha ido formando ese sentir colectivo de unidad de los que hoy nos sentimos y nos proclamamos navarros, tanto los de la montaña como los de las riberas de los ríos, tanto de los que hablan vascuence como los que se expresan en castellano, de los que cantan jotas o zorzikos, con instituciones propias y singulares que regulan los aspectos públicos y privados de las relaciones de los navarros entre ellos y con los demás.
No pudiendo ser de otra manera, dicho sentir hay que ver lo en continuo movimiento, donde están presente tanto la tradición, como la diversidad y la innovación no contemplándolos como conceptos contrarios sino como complementarios, en continuo enriquecimiento a lo largo del tiempo.
Los condicionamientos geoestratégicos e históricos han hecho que efectivamente a lo largo de los siglos el concepto de mestizaje, de asimilación de las influencias exteriores, llegadas a nuestra tierra por ese cruce de caminos, ese lugar de encuentro y de movimiento de hombres e ideas que supuso el Camino de Santiago, nos hayan dejado una fuerte impronta.
Nunca ha sido fácil ser navarro, y en estos tiempo del Cuatripartido menos, pero para eso estamos aquí para ofrecer argumentos, para debatir, para luchar por cambiar el actual estado de cosas que no aleja de un camino de progreso, paz y convivencia….