Una crítica literaria de Jorge Martín
9 de diciembre de 2016
Acaba de editarse “Cuando Ucrania perdió el grano y la vida”, publicación que recoge las aportaciones realizadas por varios profesores de la Universidad de Valencia y personalidades ligadas a la ciudad del Turia en torno al coloquio “Dramas humanitarios del primer tercio del S. XX en Europa: ´Holodomor´, la gran hambruna artificial de 1932-1933 en la URSS – tragedia del pueblo ucraniano” celebrado en noviembre de 2015 a instancias de la asociación estudiantil “Acció UV – Ucraïna” .
Son varias las reflexiones que los distintos participantes plantean al lector, partiendo del hecho de que, en España, existe un desolador desconocimiento general sobre los países del Centro y Este de Europa, desconocimiento que nos ha llevado a ignorar lo que en la mayor parte de dichos países ocurrió entre 1917 y principios de los años noventa pero que, como señala la profesora Carmen García Monerris “nos interroga y nos emplaza a asumir, de una vez por todas, aquello que hasta este momento hemos silenciado por desconocimiento o por una visión sesgada”, así como invita “sobre todo a los jóvenes estudiantes, a adentrarse en la historia de esta parte de Europa. Porque es Europa. También es Europa”, como afirmara Juan Romero González.
La historia de los países del Centro y Este de Europa, desde el Mar Báltico al Mar Negro es la Historia de Europa y los crímenes y abusos cometidos en dichos países, a veces, contra pueblos enteros como tales, vienen siendo ignorados por los programas académicos y en la cultura popular, si bien, como señala Flores Juberías, es preciso “ tomar conciencia de la igualdad de todos los genocidios, consecuencia directa de la igual dignidad de todos los seres humanos y de todas las civilizaciones”, a lo que Luis Miguel Romero añade que “este terrible genocidio (es), cuantitativamente, quizás el mayor de la historia de la humanidad”.
Así, el Holodomor, el genocidio por hambre perpetrado contra el pueblo ucraniano por la premeditada acción del régimen soviético, reivindica memoria y estudio, por respeto a la dignidad humana, al derecho, la justicia y el futuro de Europa.
Para los académicos reunidos, las autoridades soviéticas – Stalin, Mólotov y Kaganovich, singularmente – pusieron en marcha un “plan específico” y, para comprobar que lo hubo, contamos con “documentos minuciosamente redactados y pulcramente firmados” en los que se recogen diferentes medidas como bloquear los accesos de diversas localidades con el fin de ni los campesinos pudieran salir a buscar sustento ni pudieran entrar víveres, la requisa de la práctica totalidad de la producción y el encarcelamiento, deportación o ejecución de todo aquel que se resistiera a cumplir las órdenes del Partido Comunista. En este sentido, destaca la “Ley de las cinco espigas” por la cual, cualquiera que poseyera el equivalente a cinco espigas de trigo, pasaba a ser considerado un contrarrevolucionario quedando sujeto a las penas correspondientes.
El fin último de esta política, más allá de los objetivos económicos fijados por los planes quinquenales, consistía en “erradicación de la personalidad y la identidad del pueblo ucraniano, encaminado a socavar las bases de su identidad nacional, al objeto de contribuir a la construcción del nuevo homo sovieticus que tuvo como consecuencia nada colateral la eliminación física de millones de ucranianos” como señala Juberías.
En una época en la que se reivindica la memoria, un conjunto de profesores universitarios propone, más bien, acercarse a la Historia con el fin de evitar perpetuar el olvido interesado, producto de una visión sesgada y sectaria de la misma, que conduce a una memoria selectiva y a repetir errores y horrores.
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